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El número de personas con afecciones cardíacas aumenta cada vez más en el país. En las principales ciudades panameñas se ve una gran cantidad de individuos hipertensos, enfermos con un historial largo de infartos, y con antecedentes de soplos. Este fenómeno podría tener sus raíces en la dieta, excesivamente rica en almidones, grasas y azúcares. También podría encontrarse una explicación en la vida acelerada y poco reflexiva del panameño.
�Para qué vivir una existencia alocada, veloz, sin matices ni altos en el camino? Cuando el panameño común se detiene, ya a una avanzada edad, y empieza a vivir más calmadamente, sin alcohol, sin cigarrillos, sin drogas, y metido en su casa, muchas veces es demasiado tarde: el corazón empieza a fallar.
Por eso es recomendable llevar una vida un poco más serena, sin excesos, con una dieta más nutritiva y balanceada, que garantice a largo plazo una mejor condición de corazón, y no todo lo contrario.
Esto es importante porque los panameños, cada uno de ellos por separado y en su conjunto, forman la base de una gran maquinaria productiva llamada sociedad. Sin individuos sanos, no puede haber una patria sana. |
