Dentro del maremágnum de aceradas voces que se erizan, como panameña me permito reflexionar sobre el latrocinio del sistema remunerativo de los jubilados, la justificación sobrada de la tercera edad y como es avalada por un sinnúmero de panameños que atisbamos con gran pesar lo que se nos avecina.
A lo largo de su vida, el jubilado cotiza y acumula con el fin de asegurarse un bienestar social, puesto que resulta ominoso para un profesional jubilado completar su pensión con la buhonería, la venta de rifas o cualquier otra minucia informal, dado que las migajas llamadas pensiones no alcanzan para vivir.
Para un panameño activo y productivo, pero de inconsciencia supina que no reconoce el trabajo acumulado por 57 ó 62 años, la situación se hace más crítica, cuando vislumbramos que para los profesionales de hoy que con mucho esfuerzo percibimos una remuneración injusta, pero al cabo un salario que nos permite planificar los gastos de la quincena, sin embargo, padecemos la constante zozobra de la incertidumbre si al llegar a la jubilación habrá dinero suficiente que nos garantice un descanso digno.
Desde esta tribuna le hacemos un llamado al presidente Ricardo Martinelli, por lo que, respetuosamente, lo instamos a acelerar una respuesta que dignificará a quienes contribuyeron mediante su esfuerzo al mejoramiento del país. Recuerde Señor Presidente que para el ciudadano de a pie, los pensionados y jubilados, por regla general, son personas de avanzada edad o sufren de algún padecimiento que, además de deteriorar su salud, les impide seguir trabajando para procurar la subsistencia propia y de sus familias. La percepción de esa condición de vulnerabilidad es , tal vez, la causa que concita la solidaridad de la sociedad, de la llamada clase política y hasta de algunos legisladores del actual partido en el Gobierno.