CADA SESION CUESTA 850 DOLARES
Adictos al sexo cuentan con clínica para curar dependencia

Karen Lowe
AFP

A
la entrada de la clínica Sierra Tucson, en el Estado de Arizona, donde ricos y famosos se curan de su dependencia sexual patológica, puede leerse un cartel revelador: "Espere un milagro".

El actor Michael Douglas y uno de los hijos de Robert Kennedy, Michael, que tuvo una relación de cinco años con una niñera de 14, recibieron apoyo psicológico en esta clínica de Tucson, elegante ciudad situada en pleno desierto de Arizona, en el suroeste de los Estados Unidos.

A 850 dólares por día por un programa que dura 26, no es sorprendente que Los Angeles -capital mundial del cine- suministre un gran contingente de celebridades que vienen a curarse aquí de su adicción al alcohol, a la droga o de sus obsesiones, normalmente centradas en el sexo (eroticomanía).

"Son la industria del cine y la concentración de riqueza las que crean esta atmósfera, donde es posible caer en la dependencia del alcohol, la droga y el sexo", explica el director de mercadotecnia de la clínica, Keith Arnold.

Los pacientes acuden de los cuatro esquinas del mundo: Arabia Saudí, Honk Kong, Francia, Alemania, Holanda, España, Argentina o Guatemala. Todos pretenden curarse y, sobre todo, mucha discreción. Sólo los más ricos pueden ofrecerse el lujo de esta terapia, pero, según la sexóloga Carol Rooos, entre siete y diez de cada 100 estadounidenses sufren "dependencia sexual".

El mejor ejemplo de ello es el presidente Bill Clinton, opina un psicólogo de Nueva York, Jerome Levin, autor del libro, "El síndrome Clinton: el presidente y la naturaleza autodestructiva de la dependencia sexual".

Los responsables de la clínica Sierra Tucson se niegan a hablar explícitamente del caso del presidente Clinton, ya que no lo han examinado, pero reconocen que el escándalo Lewinsky suscitó una toma de conciencia sobre este problema.

 

 

 

 

 

 

Los que llegan a la clínica han tocado fondo con frecuencia: matrimonios rotos, carreras profesionales arruinadas, fortunas derrochadas. Algunos clientes han tenido entre 1.000 y 2.000 parejas por año, según el centro.

 

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