Hoy es el día mundial del daño cerebral adquirido, es decir, los traumatismos craneoencefálicos (TCE), uno de los problemas de salud más importantes, tanto por el elevado número de muertos como por las secuelas que implican discapacidad (funcional, cognitiva o, de ambos tipos).
El daño que sufre el cerebro después de un traumatismo se debe, por una parte, a la lesión primaria (contusión) relacionada con el impacto sobre el cráneo o con el movimiento rápido de aceleración/desaceleración, y por otra parte, a la lesión secundaria (edema, hemorragia, aumento de la presión en el cráneo, etc.) que se desarrolla a raíz de la lesión primaria durante los primeros días tras el accidente y puede conllevar graves consecuencias en el pronóstico funcional. La primera consecuencia de la lesión postraumática suele ser una alteración de la conciencia.
DEFICITS FISICOS
Independientemente del origen del daño cerebral (TCE o no traumático), la lesión implica la aparición una discapacidad leve, moderada o severa.
Los déficits físicos pueden ser trastornos a nivel sensorial (olfato, vista, audición, etc.), trastornos del movimiento y la marcha (tetraparesias e hemiparesias), la sensibilidad, la deglución, la coordinación motora, el tono muscular y la espasticidad, alteraciones en el control de los esfínteres, etc.
En el aspecto neuropsicológico (afectación de las funciones superiores), como la atención, la concentración, la memoria, el aprendizaje, el razonamiento, la inteligencia, el lenguaje, el habla, etc.
Con respecto a la conducta, emoción: impulsividad, desinhibición, falta de iniciativa, escasa conciencia del trastorno, cambio de carácter, etc.