"Los trapos sucios se lavan en casa". �Qué significa esto? Que nadie tiene que estar enterándose de nuestros asuntos privados, mucho menos nuestros problemas familiares.
Mucha gente quiere averiguarle la vida a los demás, eso es cierto. Pero si nosotros mismos no cuidamos nuestra imagen, y ventilamos en voz alta y en público los asuntos que no deberían pasar de la puerta de casa, flaco favor nos hacemos nosotros mismos y a nuestras familias.
Eso de pelearse con el cónyuge a gritos en plena calle, sacándose los trapos sucios e insultándose nada ayuda a resolver los problemas. Lo único que conseguimos es volvernos en el "hazme reír" del vecindario.
Si se tratara de Paris Hilton, Britney Spears o Lindsay Lohan, que necesitan que los medios de comunicación hablen de sus vidas privadas para poder mantenerse en la fama, está bien. �Pero en qué beneficia a un panameño común que todo el mundo sepa los más escabrosos detalles de un divorcio, la lucha por una herencia o un pleito entre hermanos?
El 99% de nosotros no tiene una horda de paparazzis esperando que nos asomemos para tomarnos una foto en una situación comprometedora.
Entonces, �por qué tanta gente en la barriada se conoce nuestros trapos sucios? Porque nosotros mismos se los enseñamos.
Reconocemos que a veces la indiscreción a veces es generada por la desesperación y la ira. Los conflictos familiares son -por lo general- los que más duelen y más nos afectan, y tal vez por eso no sabemos cuál es el mejor momento para callar y cuál para hablar enérgicamente.
No obstante, esto no quita lo anterior. Ventilar públicamente lo íntimo no trae nada beneficioso. Más bien, nos deja con una carga emocional agregada, que casi siempre se extiende en el tiempo años después de haberse extinguido el problema que lo originó.