La provincia de Los Santos, en general, y la ciudad de Las Tablas, en especial, constituyen el gran baluarte de la nacionalidad panameña y, desde el Grito de Independencia de la heroína Rufina Alfaro, un 10 de Noviembre, ha sido el faro que ilumina la Nación.
Este espíritu patrio comienza a gestarse después del incendio de Panamá la Vieja, cuando un grupo de españoles decide radicarse en lo que hoy es Las Tablas, en busca de un lugar seguro contra los ataques de los piratas y corsarios.
El inicio de estos movimientos dio origen a la mezcla de los diversos grupos étnicos que habitaban el istmo, lo que comenzó a dar forma a la cultura nacional y la posterior consolidación de nuestra identidad nacional.
Pero de esta combinación de elementos físicos y culturales, también surgen actividades heterogéneas, como las faenas agrícolas, ganaderas, pesqueras y artesanales, que servirán de base al desarrollo de estos grupos que también aportarán sus tradiciones como el baile, el canto y otras costumbres.
El día 6 de noviembre, los tableños dieron un ejemplo de patria al realizar el Desfile de las Mil Polleras, cifra nominal, ya que en la realidad fue rebasada con creces, como resultado del fervor que por lo autóctono siente este heroico pueblo, conformado por hombres y mujeres laboriosas.
Es propicia la ocasión para recomendar, luego de las distorsiones encontradas en los símbolos patrios, la revisión de las actividades que en verdad representan el homenaje que la Nación merece, en busca de la unificación.
Lo bullicioso debe dejarse para otras fechas, como los Carnavales, y estas actividades, pletóricas de la esencia misma de la que está hecho el patriotismo, han de ser consideradas con la mística que tuvieron las generaciones pasadas que enarbolaron la bandera de la soberanía y el nacionalismo.
