Por primera ocasión en un mes, se sentaron en una misma mesa, transportistas, familiares de las víctimas del 23 de octubre y las hermanas de Ariel y Próspero Ortega Justavino, propietario y conductor del bus 8B-06, de la ruta Corredor-Mano de Piedra, en el cual 18 personas perdieran la vida al incendiarse.
Aún en los rostros de estas personas se nota el dolor por la tragedia. Uno de ellos es el pastor David Herrera, cuya esposa Nilka, perdió la vida en ese lamentable hecho.
"No tenemos porqué guardarle rencor a las personas involucradas en este accidente. Lo único que pedimos es que se haga una justicia verdadera", aseguró Herrera, quien explicó que todas las noches ora por los hermanos Ortega para que encuentren la paz espiritual que tanto necesitan en estos momentos.
Herrera dijo que le sorprende que a estas alturas, a muy pocos familiares de las víctimas se les haya llamado a declarar, ya que cada uno de ellos juega un papel importante en lo que son las investigaciones del caso.
Cuando Herrera hablaba ante transportistas y medios de comunicación, llegaron al lugar las tres hermanas de los Ortega, quienes con mucha tristeza pidieron perdón a nombre de sus hermanos y de todos sus familiares por la tragedia del 23 de octubre.
"Mi hermano no compró ese bus para hacerle daño a nadie y lo que menos ellos querían era hacerle daño a las personas que a diario lo usaban", aseguró pausadamente Nickte Ortega, quien habló a nombre de la familia.
Tanto ella como el abogado Valentín Jaén, insistieron en que el bus se le daba el mantenimiento debido. Jaén exigió que se llamen a declarar a los que tuvieron que ver con el financiamiento del bus, tal y como son el Banco Nacional de Panamá y la empresa F. Icaza, la cual trajo el mismo, ya que existen documentos que demuestran que ambos sabían de los problemas que desde su llegada al país presentaba este vehículo.