En el siglo XX, lo que pasó en Puerto con las bananeras, aún nos intoxica. Amargos recuerdos de sindicatos nacidos en capillas comunistas, que acabaron con el empleo de miles de panameños inocentes, pertenecientes al mayoritario grupo humano estigmatizado como mano de obra no calificada. El sector bananero mantuvo en sus mejores tiempos indirectamente a más de 26,000 chiricanos en la "papa". Pero llegó como una plaga peor que la sikatoca negra: La seudo religión marxista que preparó leguleyos que jamás plantaron un tallo, cortaron ni cargaron un racimo de guineo, para arruinar económicamente a toda una región, que se quedó pasmada en un crepúsculo interminable.
Hoy, con el alba de esta novísima centuria, reaparece en el firmamento la posibilidad resucitar a Puerto. El gobierno dará la oportunidad a empresas transnacionales, para que s exploten 3,000 hectáreas de plantaciones de banano. Se les ha solicitado a las compañías interesadas que tengan barcos para el traslado del producto, contenedores para el transporte de la fruta y mercados mundiales. Esperamos que el gobierno también les haya dicho a los inversionistas que les quitará del medio a todos esos sindicalistas vagos, atornillados pensamientos entre 1917 y 1989 (Triunfo bolchevique en Rusia y su descalabro planetario con la caída del muro de Berlín). Sería obligación del gobierno advertirle a la empresa arriesgadora que no sufrirá de esas mentalidades que insisten en no despegarse del tronco natural del chimpancé.
En este siglo XXI, Colombia y los ticos han comenzado a recuperarse de las embestidas de la bestia comunista del siglo pasado, que se engulló parte importante de sus economías a base de mentiras e invitándoles a pintar en el óxido y a vivir amordazados o metidos en la selva aplaudiendo mosquitos, secuestrando y asesinando a todo mortal
sensato que no creyera en sus hidalguías obsoletas y ateas. Puerto, debiese aprovechar el amanecer del siglo XXI trabajando y desoyendo a: Curas y pastores apocalípticos, y a cualquier línea de partidos de izquierda que sin empacho tratarán de mantenerlos en la ruina espantosa que campea hoy día.
