MENSAJE
"De tal palo, tal astilla"
- Hermano Pablo,
- Costa Mesa, California
Durante varios años
vivieron juntos. Compartieron el mismo techo, las mismas comidas, el mismo
afecto familiar. Dan Darrel el padre, y Jeff Darrel el hijo, junto con
la esposa y madre, formaron una familia feliz. Pero poco a poco el alcohol
y las drogas entraron en el círculo familiar, y no mucho tiempo
después, padre e hijo se separaron.
Pasaron treinta años sin que los dos se vieran. Al cabo de esos
treinta años se encontraron de nuevo en un lugar donde nadie quiere
estar: en la cámara de los condenados a muerte de una prisión
federal. "De tal palo, tal astilla", fue el comentario de la prensa.
De la vieja ley de la herencia surge la pregunta: Heredan los hijos las
maldades y las virtudes de sus padres? Existe un atavismo inexorable que
lleva al hijo a seguir los mismos pasos del padre? El juez que condenó
a ese padre a la pena capital dijo: "He mirado fijamente a sus ojos
y no he visto nada allí, sólo un vacío". El que
condenó al hijo, concluyó: "Es un hombre sin ningún
respeto por la vida humana".
Un hombre tenía un hijo pequeño a quien siempre amonestaba
a seguir el camino recto, pero él mismo era un borracho. Una noche
de nieve, muy fría, el hombre fue a su cantina favorita, a un kilómetros
de distancia. De regreso, y muy borracho, tropezó con algo en el
camino. Era su pequeño hijo. Este, siguiendo las huellas del padre,
había caído en la nieve y había muerto.
No es extraño que un hijo siga los pasos del padre. Pero eso no
se debe tanto a la ley de la herencia, o al mandato de los genes, o al atavismo
de la raza o de la familia, como al ejemplo que dan los padres. Es ese ejemplo
lo que ejerce una influencia férrea en el camino que siguen los hijos.
Los refranes tales como "de tal palo, tal astilla" e "hijo
de tigre sale pintado" encierran mucha sabiduría. Los hijos,
con raras excepciones, serán como los padres. Por eso es de suma
importancia que un hombre, que ha formado una familia y ha tenido hijos,
recapacite profundamente sobre el ejemplo que está dejando a sus
hijos.
Nuestra esperanza consiste en que nuestra vida, nuestra voluntad y nuestro
comportamiento emulen el ejemplo de Cristo. Permitamos que El sea el Señor
y Maestro de nuestra vida. El entonces marcará los pasos que dejaremos
para nuestros hijos.
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CULTURA |
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