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Haga feliz a un niño

Tomás Ernesto Díaz Villa | Periodista relacionista

El periodista consciente de su misión, en este mundo convulsionado por el odio, la violencia, la guerra y por cruel materialismo, tiene el deber moral de resaltar las virtudes, el aspecto espiritual, noble y bondadoso de los hombres, pueblos y gobiernos, despojado el comunicador social de egoísmos y mezquindades, ajustado a la verdad por la cual el Hijo de Dios ofrendó su preciosa sangre por la redención de la humanidad.

Es para nosotros muy grato resaltar la silenciosa y abnegada labor, pletórica de sensibilidad social y amor, que realizan el Estado panameño, numerosas y diversas instituciones gubernamentales, las asociaciones, órdenes religiosas, cooperativas, clubes, empresarios y trabajadores, que durante todo el año, no sólo en Navidad, les proporcionan una ayuda efectiva, noble y tesonera, a los cientos de hogares y orfelinatos y casas de ancianos tantos estatales como religiosos y privados, donde miles de niños huérfanos o abandonados, igual venerables viejitos, son atendidos con gran dedicación y cariño por cientos de bondadosos ciudadanos como religiosos, trabajadores sociales y manuales, profesionales de la medicina y valiosos voluntarios, de ambos sexos, de elevado espíritu de nobleza.

Nosotros tenemos la firme esperanza que todos los panameños, sin distingos de ninguna clase, los extranjeros de buena voluntad, quienes comparten con los istmeños el pan y la sal, gobernantes y gobernados, ricos y pobres, capitalistas y trabajadores, inspirados en las palabras del Divino Maestro de: "Dejad que los niños venga a Mí, que de ellos es el Reino de los Cielos", dirijamos nuestra mirada a los orfelinatos u hogares, casas cunas, guarderías infantiles, hospitales, clínicas pediátricas y otorguemos a tantos niños istmeños más amor, bondad y atención, ya que todos ellos son hijos de Dios, la nueva savia que nutre a nuestro pueblo y esperanza de la Patria.




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