Esta medianoche estaremos celebrando la Navidad, una fiesta para estar en familia, amigos y la gente que se aprecia. El verdadero sentido de la Navidad es recordar la llegada del Hijo de Dios para salvar a un mundo del pecado.
No es un momento para ahogarse en el licor y llenarse de pavo y jamón. Más que el tradicional saludo de "Feliz Navidad", lo que cuenta es que en tu corazón exista un claro entendimiento del sacrificio del Niño Dios que nació hace 2,008 años.
Que el "Feliz Navidad" que le dispensas a tu prójimo sea auténtico y no una frase que busca cubrir las apariencias del momento para volver al día siguiente con el tradicional canibalismo.
El niño que vino a salvarnos merece al menos un momento de agradecimiento de la humanidad. Asistan a sus congregaciones religiosas o si prefieres conversa con él en solitario. Pide perdón por los pecados que cada día cometemos, reza por la salud de tus amigos y enemigos. Que esa gente que hoy permanece recluida en un hospital sepa que no está sola y que existe la esperanza de recuperar la salud, para luego comenzar un renacer.
Después del encuentro espiritual en tu iglesia, trata de alejar el odio de tu corazón. Así cada cual podrá gozar de alguna paz interior. A la juventud le recomendamos control. El conducir autos bajo los efectos del alcohol sólo trae desgracias. No estamos pidiendo que se conviertan en santos, pero no debe haber exceso en la diversión.
Usted que tiene algo de más, haga el esfuerzo de darle un obsequio a los que menos tienen; ese es el real significado de la Navidad y un acto de esa índole le ayudará a tener mayor paz espiritual.
A nuestros lectores y sus familias nuestro saludo de amistad. �Ojalá que Jesús nos convierta en mejores personas, que seamos hombres y mujeres de buen corazón.