Los políticos nacionales con cada oportunidad electoral vuelven y sorprenden a sus confiados votantes. La política es para algunos "el arte de mentir" con discursos llenos de promesas tan irreales como que van a pintar la luna de verde.
Elegir a los representantes de un gobierno es tarea delicada que merece atención de los electores. Hay muchas inquietudes en torno a este ejercicio ciudadano. Las figuras a elegir representan distintos sectores sociales y gustos personales, así como partidistas.
Por tanto los intereses serán diversos en torno a definirse hacia este u otro candidato.
Sin embargo, existe una ley de hecho que compromete a los que votan y aunque no se cumpla totalmente, importa. Si se vota por aquellos que prometen y comprobado, no cumplen; la responsabilidad es del electorado.
Pero, si hay gente trabajadora cuya trayectoria ha confirmado al pueblo que defiende lo que dice con hechos, con suerte saldrán una vez como representantes o se perderán en el olvido. Pocos son los llamados a repetir la fórmula del triunfo.
Los buenos representantes no se hacen por arte de magia. Se forjan a través del trabajo en comunidad: Conociendo a sus electores. Hablando con respeto. Integrando a las personas sin diferencias. Recordando que debe renovar sus pensamientos sin traicionarlos. Su palabra debe valer. Su mensaje debe manifestar su esfuerzo diario.
Por las carreteras, calles, aceras y lotes baldíos hay muchos letreros llenos de obras sin terminar o cumplir. Carteles eregidos como monumentos al engaño electoral.
Hay tan sólo que leer frases sin sentido como las que señalan que, únicamente les importa su partido o las de líderes "fabricados" que caminan de frente sin saber hacia dónde se dirigen.
�Y cuidado!, Con quienes prometen que en menos que canta un gallo habrán descubierto la solución para que en Panamá sólo residan billonarios (mucho billete).