EDITORIAL
Reversión del peligro mortal
La presencia norteamericana
en las áreas que constituyeron la extinta Zona del Canal, convenida
en los textos del Tratado Hay-Buneau Varilla, derivó la creación
de un ente híbrido, con capacidades jurisdiccionales, que insertó
en el corazón istmeño un enclave con derroteros expansionistas,
donde surgieron aspiraciones anexionistas contrarias a los intereses panameños,
con dura afectación del soberano ejercicio panameño, sojuzgado
por el poderío de la potencia norteamericana.
En aquellos quehaceres zoneítas, Estados Unidos instaló
bases militares y desarrolló mecanismos castrenses en los cuales
Panamá careció de presencia, mando y decisión. Tales
entidades recibieron espaldarazo legal y reconocimiento en el Pacto Torrijos-Carter,
cuya existencia fenece el último día del año en curso,
en horas del mediodía.
En la devolución de tierras, infraestructuras y servicios que
Estados Unidos revierte a Panamá están más de tres
mil hectáreas de áreas boscosas, ubicadas en Emperador, Piña
y el lado Este del Canal; sitios donde el ejército foráneo
realizó maniobras y operativos guerreristas de entrenamiento y práctica
con explosivos y sustancias letales, que ahora afectan gravemente la idoneidad
para el uso de tales terrenos al contener bombas sin detonar que amenazan
a quien tenga acceso a esos lugares.
La responsabilidad de sanear tales tierras compete al gobierno norteamericano;
los gastos y recursos que ello demande son de cargo de sus finanzas militares,
ya que la obligación jurídica y ética de esta labor
la titula quien depositó tales artefactos en tierras de Panamá.
Las tareas sanitarias de seguridad, en áreas sometidas a similares
presencias de explosivos, en otras naciones, tales Cambodia, Vietnam, El
Salvador, ofrecen experiencias válidas que podrían sustentar
las acciones de limpieza en Panamá, por lo cual se impone que las
autoridades diplomáticas y mandatorias de nuestro país adopten
posiciones firmes; posturas de integridad patriótica, en defensa
del interés nacional.
No hacerlo significará que volteamos la espalda al peligro revertido
que nos circundará en aquellos agrestes y alejados sitios de la geografía
nativa, donde paisanos inocentes, pudieran encontrar la muerte o lesiones,
como ha ocurrido en varias ocasiones, en otros lugares istmeños.
Aceptar el territorio inseguro, donde yacen explosivos a varias profundidades,
equivale a recibir en reversión el peligro mortal, por lo cual se
impone hablar claro, en alto tono y sin disimulos, afirmando las patrióticas
búsquedas, en protección de los panameños: El recado
debe asentar en las acciones diplomáticas; ahora, cuando todavía
tenemos oportunidad.
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AYER GRAFICO |
El Malecón en San Felipe antes que lo rellenaran y convirtieran en
estacionamientos |
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