FAMILIA
Tratamiento estructurado
Roberto L. DuPont Jr. M.D.
Una vez que el proceso de
orientación termina, comienza el verdadero trabajo difícil.
Esta etapa dura de algunas semanas a un año o más. En ella
cada miembro de la famliia involucrada en el proceso debe participar, discutiendo
preocupaciones y problemas con el personal del programa y buscando sus soluciones.
Es ahora cuando muchas de las conductas que causaron problemas familiares
en el pasdo resurgirán y la familia tendrá la oportunidad
de confrontarlos y resolverlos en el ambiente estimulante del programa,
con la ayuda profesional del personal.
No hay duda que el usuario se enfrenta a una labor gigantesca. Si quiere
salir beneficiado, debe aprender a aceptar ciertos hechos difíciles.
Debe reconocer que, habiendo perdido el control de su hábito y de
su vida ahora debe esforzarse pro reconquistarlo. Debe admitir o aprender
a admitir que el uso de droga es una conducta insensata y destructiva y
que su vida se ha hecho inmanejable. Debe entender que este desorden, si
no es superado, destruirá su futuro o será fatal tarde o temprano.
Ya no puede seguir pretendiendo que las presiones y personas que lo llevaron
al tratamiento son el problema. Su consumo de droga es el enemigo. Y muchas
veces, lo más difícil de todo, debe aceptar que nunca volverá
a usar drogas adictivas con seguridad.
Estos son conceptos impactantes. No nos sorprende que al principio sean
rechazados. El usuario tiene otras ideas. Es típico que, al entrar
a esta etapa del tratamiento, su prioridad sea regresar al uso de droga
antocontrolado. Puesto que este objetivo no es realista, el personal y la
familia deben rechazarlo, o por lo menos deberían. Con frecuencia
el usuario comienza una campaña de engaños. Haciendo uso de
sus habilidades para mentir y manipular, afinadas en sus días anteriores,
puede engañar al personal del programa. De alguna manera está
determinado a regresar a la droga, a como dé lugar.
Por supuesto, éste es el entro de su problema más grande:
la dependencia misma. La familia y personal del programa no deben perder
tiempo en enfrentarlo. Una supervisión estrecha, junto con análisis
de orina, debe continuar todo este período. El personal y la familia
persiguen firme, dolorosa y pacientemente el objetivo mientras trabajan
para sueprar la resistencia del adicto. Finalmente, él llega a reconocer
que debe hacer un esfuerzo honesto para liberarse; pero ya hemos visto que
ese esfuerzo y la presión son enormes.
En esta fase del tratamiento, la más difícil, muchos adictos
muchas veces encubiertos por sus propias familias regresan a sus patrones
anteriores. A veces esto sucede por razones aparentemente lógicas:
conflictos con el personal sobre cuestiones demasiado difíciles de
manejar para el paciente y/o su familia, darse cuenta de que la magnitud
y el costo del tratamiento son cargas para todos los miembros de la familia,
o (en la mayoría de los casos) la convicción prematura de
la familia de que el problema ha sido solucionado. La familia puede decir
que el problema del usuario "no es tan serio como el de otros en el
programa" o puede concluir "que este programa no es para nosotros;
podemos manejar el problema por nosotros mismos".
En esta encrucijada el adicto hará todo lo que pueda para agravar
ese ímpetu destructivo. Fascinado con el prospecto de abandonar el
programa, prometerá cualquier cosa. Si la familia acepta el engaño
y se lleva al paciente a casa, pueden pasar una breve "luna de mil".
Una vez fuera del tratamiento, sin embargo, el consumo de droga comienza
de nuevo y los viejos problemas que llevaron a la primera etapa del programa
resurgirán, muchas veces con más gravedad, complicados por
la desmoralización de la familia debido al fracaso de sus esfuerzos.
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