Martes 11 de febrero de 2003

 

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  OPINION

EDITORIAL
Terrorismo

La petición que hoy programa formular el presidente Alvaro Uribe a sus pares de Panamá y Centroamérica, para que declare como organización terrorista a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC), sin duda pone de manifiesto el peligro de que el conflicto de la nación suramericana se extienda a otras naciones.

La gota que derramo el vaso de agua fue el reciente atentado perpetrado contra una discoteca de Bogotá, donde se produjo un número plural de muertos y heridos. Colombia pide la ayuda de las naciones hermanas para que no acojan en sus territorios a elementos de la guerrilla y que la FARC sea calificada como un grupo terrorista, tal como sucedió con la red fundamentalista Al Qaida.

La situación es delicada, sobre todo para Panamá, país limítrofe con la nación suramericana, ya que la nación no cuenta con recursos ni el personal capacitado dentro de la Fuerza Pública para enfrentar un desborde de la violencia que sacude a la nación vecina.

Panamá como país de tránsito y como centro bancario ha sido utilizado por guerrilleros y paramilitares colombianos para algunas de sus actividades. Frente al terrorismo no debe haber neutralidad, alegan muchos, pero de todas formas hay que andarse con cuidado para que las cosas que suceden en Colombia, no se trasladen a las tierras istmeñas.

Hace poco de un mes, los paramilitares penetraron sin ningún problema al poblado de Paya y ejecutaron a cuatro indígenas panameños. La Policía llegó al área cuatro días después. Esos crímenes constituyen un mensaje de terror hacia la población. Mañana pasado, quizás vengan los de la FARC, para hacer algo o peor.

Estamos claros que en la lucha contra el terrorismo no debe haber medias tintas, pero la ofensiva no se puede hacer con papelillo y salvas. El primer paso lo debe dar Colombia, reforzando adecuada y de manera permanente sus puestos de vigilancia en la, para evitar que sus nacionales violen el territorio panameño. Por su parte, Panamá y las otras naciones del área deben evitar que sus territorios y sus aguas territoriales sean utilizados para el tráfico de armas que alimentan a las columnas y frentes insurgentes.

La lucha contra el terrorismo debe ser un esfuerzo conjunto. Panamá es una nación vulnerable en materia de seguridad, pero aún así ha dado muestras permanentes de su disposición para ponerle un alto a los que disfrutan con el terror. Apoyemos a Colombia, pero la nación también reclama que el gobierno de Uribe vigile adecuadamente sus fronteras.

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