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A la dulce poetisa Diana Morán In Memoriam

Luis Carlos Jiménez
Poeta

Este 11 de febrero se cumplen doce años de la muerte de esa extraordinaria mujer, educadora y poetisa que fue DIANA ELSA MORAN GARAY, acaecida en el Distrito Federal de México.

Vinculada por pasión ideológica a las luchas nacionalistas y populares y por la suerte de los pobres del planeta, desde muy joven se hizo militante en las lides de la estética y de la política de un arte al servicio de un auténtico humanismo. Aún recuerdo su voz hermosa de su aspecto moruno y árabe cuando el 26 de julio de 1959 en su calidad de miembro de la directiva del Grupo Demetrio Herrera Sevillano junto a la poetisa Ligia María Alcázar Arias y el poeta Luis Antonio Mojica Atencio (Chigoré), leyó un estremecedor poema antimperialista aclarando que el acto era un "Homenaje lírico de los poetas panameños a la gesta heroica de un puñado de hombres valientes y patriotas cuyas vidas abonaron la tierra de Martí para que en ella renaciera el árbol de la libertad".

Así era Diana, valiente, pertinaz, limpia de alma y de un corazón inmenso y vital. La poesía panameña tiene en su poema : "Soberana presencia de la patria", una de las piezas líricas sociales de mayor tonalidad y lirismo que llega al fondo mismo del alma de la patria. Escribió también un poemario henchido de humanidad y lleno de la ternura por el hijo que nunca tuvo como el caso de la inmensa Gabriela Mistral, pero Diana encontró en todos los niños del mundo a sus hijos adoptivos que la quisieron mucho. Ese poemario quizás poco conocido es : "En el nombre del hijo".

Textos suyos de valía son también : Carta a Rigoberto López Pérez, aquel joven héroe que ajustició a Somoza en una calle de la patria de Sandino. De igual jerarquía estética es su : Gaviota de cruz abierta. Pero hoy, al evocarla, quiero transcribirle un fragmento de un poema suyo que cobra vigencia sobre todo en este instante de nuestra lucha generacional contra las fuerzas que han conculcado nuestra soberanía nacional. Se trata del poema : "Para el 2.000 debemos ser tercos" y en el que Diana nos dice :

Nosotros

los rompebarcos de la marinada

tirapiedras fecundos

antes que un pedazo de sandía

perturbara

los plácidos kilómetros de los ojos azules.

Nosotros

la botella de lágrimas rabiosas

contra toda fecha

de la letra perpetua renovada

Nosotros

los legendarios quiebravidrios

niegafirmas contagiosos gritabarcos

con nuestra siembra de banderas

en el despertar de todas las mañanas.

Nosotros

cuando el gallo de pascua

despunte el sol de medio día

2.0 veces Ascanio, aragones, prestanes, palominos

construiremos las casas de los sueños

con la moneda propia de su mapa.

Tenemos que ser tercos;

tercos de dulzura

tercos en la cárcel

tercos y más tercos en la firma

tercos

terquísimos

para pasar por el ojo del camello

y recobrar la cintura de las aguas.


Recibe Diana, en este décimo segundo aniversario en que te fuiste sinsiquiera avisarnos de tu ausencia, el cariño profundo de los que te conocimos y admiramos el pedernal de incendio de tu palabra de donde emergieron soles, esperanzas humanas y los más altos termómetros de ternura que habitaron en tu corazón. Hasta luego, Diana, pues una lágrima se me asoma a los ojos, al recordarte tan noble, tan valiente y dolorosa.

 

 

 

 

 

 


 

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