La sensatez parece que volvió en algunos sectores del país. Hoy después de más de una semana de sobresaltos, el gobierno y la Coordinadora por la Defensa de los Recursos del Pueblo Ng�be Buglé y Campesinos, deben sentarse a la mesa del diálogo para abordar el tema de las reformas al Código Minero.
El acuerdo compromete a lograr una legislación que prohíba explícitamente la exploración y explotación minera en los territorios indígenas y liberar a los detenidos en las protestas. La Iglesia católica será mediadora y garante del diálogo.
Es la segunda situación de esta índole que se da en el país en ocho meses. Se aprueban leyes sin la debida consulta o explicación, para luego enfrentar protestas en las calles y entonces instalar mesas de diálogo para revisar la legislación aprobada.
Si bien es cierto que hay diferentes estilos de gobernar, en los temas sensitivos hay que andarse despacio, para no provocar sobresaltos que afecten la imagen del país. �No era mejor dialogar como se hará desde hoy, que enfrentar el cierre de la vía Interamericana por tres días?
Ese tipo de errores no se puede cometer a cada rato, para después mandar comisiones que hagan el papel de bomberos para apaciguar los ánimos. Un análisis correcto de la situación, los posibles escenarios y las mejores opciones, son necesarios al momento de tomar un curso de acción, para evitar tomar decisiones a la cañona que a la postre sólo sirven para desgastar a todos.