�Has caminado por el sendero de vegetación apretada de características configuradas con la selva, perdidas las señales para el consabido retorno? No necesariamente tenemos que ser presa envidiosa de la selva, donde la creciente gama de situaciones controvertidas nos trasladan a la distensión del ánimo; las confrontaciones de las avalanchas de las multitudes sociales, sus impertinentes minucias sin soluciones a la vista, originadas en el diario y enloquecido ajetreo de la infecunda existencia nos llevan perentoriamente a perder el puntual razonamiento, donde las indomables fuerzas naturales nos decepcionan proscrito el derecho a objetar, coaccionando las circunstancias habituales.
El embarazo de las condiciones actuales nos impulsan a pensar con profusión, no pudiendo abordar las respuestas de esta comatosa situación, presentándose con la severidad de un sismo ofuscado, cambio singular que ocasiona desastrosas consecuencias por lo inaudito de sus efectos.
En el inventario de dificultades al cual nos avocamos cunde la fatua independencia personal como propósito, carente de validación por el tiempo en su pasaje modoso y silencioso, puesto a discreción de la casualidad con sus propósitos esquivos. Me dominan las dudas dejando libre paso al asombro que con indolencia y desparpajo se burla de los que padecemos tormento y que con la mirada agónica estamos ya a punto de fenecer, entregado los ambiciosos deseos donde las pasiones caen destroncadas puestas a voluntad capciosa de la ingratitud. La canasta básica sube hasta los predios celestes y las jubilaciones estrechas, prisioneras del colapso. Ahora se suma una nueva cuota de sacrificio, el agua, que de amiga puede convertirse en enemiga, destrozando nuestra pobre salud aniquilada. �Una ciudad sin agua es una ciudad descalabrada!
