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EDITORIAL
Día de la Mujer
Apenas han pasado 26 años desde que fueron reconocidos por las Naciones Unidas los derechos de las mujeres. Los resultados de esta declaración universal han sido diversos y con característica heterogéneas que van desde un amplio avance en materia de aceptación hasta un total rechazo de la participación en la vida sociocultural de las naciones.
El peor de los ejemplos lo vivieron en carne propia las mujeres que estaban reprimidas bajo el régimen del talibán. Un sistema religioso que las relegaba a las casas y que las calificaba como seres de baja categoría. No tenían alma.
En países como el nuestro, no hay que negar que ha habido avances. Las aulas de clases de las universidades hablan por sí solas, al igual que los centros de trabajo, pero hay muchos elementos que nos impiden lograr la plenitud anhelada.
En el ámbito político se intentó darle lugar a las llamadas del sexo débil, otorgándoles al menos un 30% de la participación en los procesos electorales, pero fracasó. Existen otros elementos como la disparidad en los índices de analfabetismo, la vida laboral y sobre todo en el trato que reciben las privadas de libertad que hacen calificar de malo a muy malo el ambiente que respiran las mujeres.
Hoy, que se conmemora en el mundo el Día de la Mujer, es bueno reflexionar y mirar por un prisma las escenas que registró la historia de las actuaciones de mujeres como la Madre Teresa de Calcuta, Juana de Arco y, ahora, la nobel Rigoberta Menchú, quienes en sus diferentes épocas han dejado un legado para la humanidad.
Panamá debe despertar y aceptar que la mujer no sólo juega un papel de madre o ama de casa. Va más allá. Ella tiene mucho que aportar al desarrollo del país, pues poseen una mente amplia proyectada en el mejoramiento del sistema social.
Corresponderá a las actuales y futuras figuras actuantes que intervienen en las decisiones más apremiantes adoptar un esquema real que reconozca el verdadero rol de la mujer en la familia y en la sociedad civil, respetando siempre la función de ayuda idónea del hombre, tal como lo reconocen las sagradas escrituras. Ojalá se mantenga para siempre aquella frase que dice: "Detrás de un gran hombre, hay una gran mujer".
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PUNTO CRITICO |
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