Cuando Elpidio Pinto trepó a la loma, fue para quedarse. El descendiente de santeños, residente en Chepo, se hizo miembro de la tropa metropolitana, después de haber sido rechazado en varias ocasiones.
La historia del "Caballo de Hierro" fue complicada al inicio, y no deja de serlo al final de 20 campañas de duro esfuerzo y platónicas batallas en el diamante de juego.
Pinto batalló como un guerrero en los primeros años, pero su rol de jugador de cuadro no le dio seguridad a quienes tenían la responsabilidad de escoger a los juveniles que se pondrían el uniforme rojo de unos metrillos inspirados por el triunfo.
"Cuando yo empecé a jugar en la Juvenil, me dejaron por fuera del equipo en dos ocasiones, en una Ramón Webster me dijo que como campocorto no hacía el equipo, fue duro para mí; luego me hice lanzador y allí estuve por muchos años", dijo Pinto.
El "Caballo de Hierro" conversaba en un escenario diferente, su mente caminaba por los senderos más especiales del recuerdo, sus ojos en forma de espejos, reflejaban los momentos más brillantes de su carrera.
Pinto, sentado en la cabina de transmisión de RPC Radio, contaba un fragmento de su largo peregrinar. "Eso de Caballo de Hierro no sé realmente quién me lo puso, pero tiene que ver con mi resistencia, la cantidad de juegos que he lanzado", dijo con una fresca sonrisa en su cara.
Pero, dentro de sí, parecía ocultar algo, Pinto tenía un dolor en su pecho, y prefería no contarlo. "Me siento contento, estoy entre los cuatro mejores lanzadores de este país en su historia, le gané a la selección de Cuba en un torneo en Baja California, y son cosas que me llevó en mi corazón y nadie puede quitármelas".
A Pinto le fascina el juego, el amor que sintió por este deporte no se borrará tan fácil, tras 20 años de guerra, ahora piensa seguir, pero como instructor de las Pequeñas Ligas y tener su propia academia. Lo de Pinto son sueños fragmentados que se cumplen por retazos, hoy día instruye a pequeños, pero el béisbol no le ha dejado lo que él ha soñado.
Después de desahogarse y emitir varias palabras, el "Caballo" dejó de ser de hierro y se convirtió en un potro desilusionado. A Pinto le duele no haber aprovechado el tiempo, y ahora se marcha con las manos vacías.
�QUE LE DEJO EL BEISBOL A ELPIDIO PINTO?
"Pineda, me voy triste, me pongo a pensar y miro hacia atrás y no veo nada, no tengo casa propia, y eso me duele mucho", dijo el "Caballo" que sacaba una espina de su corazón. "No sabes, cómo me siento, ya se me fue el brazo, la juventud y no hay marcha atrás", explicó.
Desde 1988, Pinto se mete en la selección Juvenil, luego en la "Big League", y de allí toma parte en torneos regionales, Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos y Mundiales.
El "Caballo" levantó su cabeza, jamás demostró cobardía en el terreno, su corazón es del tamaño de una sandía, y ahora tampoco se desplomará de sentimientos.
El béisbol es su mundo, allí seguirá, ahora lanzará otro juego y saldrá ganador, su afición será su familia, esa que nunca le dejó de aplaudir.
�Viva el béisbol!
A�OS: 20
Luego de 20 campañas de duro esfuerzo, Pinto siente que el béisbol no le ha dejado nada. Es increíble que ni casa propia tiene.
