Jueves 8 de abril de 1999

 








 

 


FAMILIA
Derecho al trabajo

Tomado de SINORAMA

El problema no se limita a la educación: la discriminación se extiende también al plano laboral. Cuando se pudo a disposición de los enfermos de SIDA en Taiwan el cóctel farmacológico en abril de 1997, muchos recuperaron la salud hasta un nivel satisfactorio, como indica el hecho de que sus estancias hospitalarias se redujeron en número y duración, según estadísticas del DS.

Han Sen, infectado por el virus hace 13 años, comenzó el tratamiento en ese año; según él, aunque su dolencia es incurable y ha de continuar con la medicación permantemente, ahora tiene más esperanza: "Nunca estaba seguro de cuánto tiempo me quedaba. Ahora creo que puedo hacer planes para los próximos cinco años". Chang Wei comenta que, en el pasado, los seropositivos preguntaban: "¿Cuánto tiempo me queda?"; ahora preguntan: "Qué tipo de trabajo puedo hacer?". Pero las actitudes sociales han obligado a los seropositivos a ocultar su condición, especialmente en el trabajo. Una persona que trabajaba en el sector financiero hubo de someterse a un chequeo médico en el hospital, y cuando su jefe supo que estaba infectado, le despidió. Para no dar a conocer su estado, algunos enfermos de SIDA utilizan sus días de vacaciones para disimular sus estancias en el hospital, en vez de solicitar la baja por enfermedad. En algunos campos, sin embargo, es difícil mantener el secreto. En el sector hotelero y de la restauración, por ejemplo, el reglamento sanitario obliga a un análisis sanguíneo periódico; si la prueba del VIH resulta positiva, normalmente se notifica al jefe antes que al paciente, y éste es despedido.

Alquilar una casa, recibir tratamiento médico, conseguir trabajo... Los enfermos de SIDA son discriminados en cada faceta de sus vidas. Incluso se les niegan sus derechos a la hora de la muerte. Con la excusa de no propagar la infección, las funerarias de Taiwan no aceptan cadáveres de enfermos de SIDA, que generalmente terminan yendo inmediatamente al crematorio. Chang Li-yu comenta que, para evitar algunas de las dificultades a que se enfrentan los familiares de las víctimas del SIDA, los trabajadores sociales del hospital ponen a su disposición la capilla de éste con el fin de realizar un breve funeral; por ello, el sepelio de muchas de las víctimas de la enfermedad se hace en los hospitales.

En 1997 se enmendaron los Artículos sobre el tratamiento y la prevención del SIDA para garantizar el derecho de los seropositivos a la educación, el tratamiento médico y el trabajo. También se aumentó la multa por violar esos derechos a un mínimo de 30.000 y un máximo de 150.000 $NT. Sin embargo, la mayoría cree que esta revisión será objeto de gran debate pero no está implementada. Si la sociedad sigue siendo incapaz de aceptar a los que sufren el HIV y el SIDA, ¿de qué sirven todas las leyes?

¿DECIRLO O NO DECIRLO?

Esta falta de aceptación por parte de la sociedad hace que los portadores se resistan a admitir el hecho. Les cuesta contárselo incluso a la familia y a los seres queridos, lo que dificulta la prevención y el tratamiento. La duda de comunicarlo no es exclusiva de Taiwan, el problema aparece en todos los países: el año pasado se aprobó en el Estado de Nueva York una ley que estipula que si el seropositivo no comunica el hecho a su pareja sexual, el médico tiene derecho a hacerlo.

 

 

 

 



 

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