Los panameños tenemos el responsable y cívico deber de votar el domingo 3 de mayo, según los dictados de nuestra conciencia, por los candidatos a presidente y vicepresidente de la república, los diputados del �rgano Estatal Legislativo, los Alcaldes de todos los Municipios del país y en igual forma, los Representantes-Concejales, quienes integrarán los gobiernos de las Comunas de toda la nación, quienes resulten electos tendrán un período de cinco años para ejercer sus funciones.
La experiencia ha demostrado que el sufragio universal, consecuencia del generoso principio de que todos los ciudadanos tienen igual derecho a participar en el gobierno del país, implica peligros, porque, en el momento, el ciudadano poco culto y muy impresionable puede ser impulsado a hacerlo a favor de candidatos poco honrados o carentes de aptitudes que sorprendan su buena fe, engañándolo con toda clase de promesas.
El gobierno del pueblo, es decir, la democracia, no es cosa fácil, y cada nación trata de elaborar el mejor sistema que satisfaga sus aspiraciones y su sentido de justicia.
Los panameños tenemos el deber insoslayable de votar por los candidatos positivos, honrados, con sensibilidad social y con visual de gobernantes, que están dispuestos, revestidos de coraje y patriotismo, a buscarle soluciones y mitigar la agobiante problemática socioeconómica y política, que golpea cruelmente a la población de la excelsa panameñidad.
El pueblo istmeño exige al Estado unas elecciones honestas y cristalinas, donde se respete la voluntad popular expresada en las urnas.
Seamos dignos de la herencia republicana y democrática que nos legaron los próceres de 1821 y 1903 y nuestros hidalgos antepasados los istmeños gobernantes y gobernados, tenemos el compromiso de lograr la justa distribución de las riquezas que proporciona nuestra Patria, eliminando los vicios que corroen la estructura democrática de la Nación.
Unidos en aras de la Patria, fortalezcamos nuestra nacionalidad, libertad y democracia y alcancemos nuestra independencia económica y emancipación social para otorgarle bienestar, progreso y felicidad al Estado panameño.
Recordemos que cada pueblo es digno del Gobierno que tiene.