A 10 años del asesinato del padre
Nicolás Van Kleef
Delsi Sánchez Madrid
Chiriquí- EPASA
Faltando 15 minutos para
iniciar la misa el día 7 de mayo de 1989, fecha de la celebración
de las elecciones en la República de Panamá, una bala le dejó
herido de muerte, a un hombre que hacía 24 años estaba postrado
en una silla de rueda.
Nicolás Van Kleef, un sacerdote de nacionalidad holandesa murió
el 8 de mayo de 1989 cuando un miembro de las extintas Fuerzas de Defensas
le disparara en la cabeza, solamente por anunciar en la comunidad de Santa
Marta, distrito de Bugaba que en 15 minutos empezaría la misa que
nunca pudo realizar.
Debido a la dictadura militar instaurada en la República de Panamá,
Van Kleef, se cercioró y pidió permiso a las autoridades policivas
para anunciar con un alto parlante, como siempre lo hacía, la hora
de la misa dominical, se quizo disculpar a quien cometió el terrible
crimen, pero para eso no hay disculpas, se le quitó la vida a un
ser humano indefenso e inofensivo, quien sólo quería ayudar
a que las personas se reconciliaran con Dios.
El padre Teodoro Ríos, párroco de la Iglesia Inmaculada
Concepción en Bugaba, nos comenta que Van Kleef se inclinó
por el sacerdocio misionero, a raíz de que un tío suyo era
misionero en Guatemala. Al ser ordenado sacerdote en 1963, viajó
a Guatemala, luego en 1965 arriba a Panamá.
Ríos señala que al poco tiempo de haber llegado a la provincia
de Veraguas sufre un accidente que lo deja postrado en una silla de ruedas.
Por la gravedad de las heridas es trasladado a Holanda, donde permaneció
mucho tiempo en un hospital, recibiendo atención médica especializada,
que le ayudó a recuperar los movimientos de los brazos y con su inteligencia
pudo salir adelante, al punto que conducía su propio auto, el cual
fue acondicionado para ser manejado, tomando en cuenta su discapacidad física.
El estar en silla de ruedas no le resta vitalidad a este padre, quien
hacía todo lo que estuviera a su alcance, celebraba todas sus misas,
predicaba la palabra de Dios, aconsejaba a la gente que así se lo
pidiera, no era un hombre que se queda "echado" para que los demás
lo atendieran, todo lo que él podía hacer, el lo hacía
ya que no le gustaba que nadie hiciera las cosas por él.
Van Kleef tenía gran iniciativa para efectuar trabajos de electrónica.
Además de llegar muy temprano a las diferentes comunidades donde
celebrara sus misas, circulaba por todo el sector anunciando la misa.
En la provincia de Chiriquí trabajó en la comunidad de
Alanje y luego en Santa Marta donde ofrendó su vida en beneficio
de los más humildes a quienes Van Kleef consideraba mucho.
Este tulipán holandés que vivió por 24 años
en Panamá, aprendió nuestra cultura y compartió con
los panameños momentos buenos como también momentos malos
y solamente por llevar la palabra de Dios a sus semejantes, una bala le
arrebató la vida. Asimismo daba consejos a los jóvenes y nunca
se le veía de mal humor a pesar de estar en una silla de rueda.
Cada año los feligreses y los sacerdotes realizan una caminata
desde la Iglesia de la Inmaculada Concepción en Bugaba hasta la comunidad
de Santa Marta, donde yacen los restos mortales de este cura; que con su
genuina forma de ser, cautivó el corazón de muchas personas,
que vieron en él a un hombre que hacía honor a su frase preferida
"quiero ser buena noticia y no una mala".
Nico, como le recordamos quienes le conocimos, te aseguramos que hoy
estas morando al lado de nuestro Creador y desde allí te pedimos
sigas siendo la buena noticia que fuiste aquí en la Tierra.
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