La tragedia registrada ayer con la caída de un helicóptero del Servicio Aéreo Nacional en una de las arterias comerciales más importantes del país, pone de manifiesto la necesidad de revisar los planes de las diversas instituciones para responder ante una emergencia de esa índole.
El hecho que se produjo en el pleno corazón de la ciudad capital, puso al descubierto la necesidad de entrenar y dotar de equipos, a las instituciones de socorro para reaccionar ante hechos de este tipo.
Igual situación se puede presentar en las grandes moles de cemento que se levantan en la ciudad capital. Los carros para extinción de incendio del Cuerpo de Bomberos no tienen la capacidad para sofocar un siniestro en las alturas.
Lamentablemente hay que aprender con las tragedias, para que cuando se repitan hechos lamentables, se tenga la capacidad de reaccionar de manera más efectiva, porque en ese tipo de situaciones un minuto puede representar la diferencia entre la vida y la muerte.
De igual modo es lamentable el comportamiento de los curiosos , que cada vez que se registra un hecho, obstaculizan la labor de los bomberos, rescatistas y personal de socorro, pero además se exponen al peligro.
Tras lo sucedido corresponde ahora a la Autoridad de Aeronáutica Civil iniciar las investigaciones sobre las causas de este accidente, para determinar si hubo falla humana o mecánica; si hay otras causas que motivaron que el helicóptero SAN-100 se estrellara contra un edificio, entonces sería competencia de las autoridades del Ministerio Público iniciar las sumarias respectivas.