Un abuelo sintió decepción cuando su nieto más querido le mintió. �l había dicho a su nieto que era malo mentir. De allí en adelante, el abuelo saludaba de lejos a su nieto adorado.
Aprendemos del buen y mal ejemplo. Las enseñanzas son muchas con el tiempo. Pero en ocasiones, la tentación por lo negativo tiene sus maestros y seguidores.
Los padres son los adultos más cercanos a sus hijos. Hemos visto cómo de la forma más tonta se falla a veces. Recuerdo a un niño cuya madre le enseñó a no botar la basura en la calle. Un buen día, paseaba con el pequeño. Llevaba en una mano los restos de un raspado que había comprado a su hijo.
El envase era de papel. "Este material se deshace rápido, no causa contaminación y me incomodaba cargarlo. Lo boté en el suelo. El niñito me vio asombrado, reclamándome que lo regañaba por hacerlo él y que por qué entonces yo sí lo podía hacer". Su hijo le había dado tremenda enseñanza. Hay que predicar con el ejemplo.
Así como lo sucedido a esta amiga, nos ha ocurrido a muchas personas. Al hablar de buenos ejemplos se debe cuidar la manera de actuar ante los más jóvenes. Ellos reparan en los mínimos detalles de conducta.
En el pasado un maestro o un mayor eran venerados en sus poblados. Ahora los malos ejemplos abundan. Ancianos delincuentes, padres vendedores de droga, docentes enredados en faltantes de dinero.
�Cómo decirle a los menores de edad que matar y golpear a otros no es correcto? En la actualidad hasta los más sobresalientes individuos enseñan una mala conducta.
La falta de honestidad, respeto y ausencia de buenas costumbres han traído como consecuencia, los graves problemas que nos afectan en comunidad.
Las enseñanzas positivas ayudan a proteger la vida humana. Pero los ejemplos negativos sólo originan el desorden e inseguridad social.
