La presión de grupo es una fuerza poderosa, sin duda. Bajo la influencia de un grupo de amigos, podemos pasar buenos ratos y envalentonarnos a hacer hazañas extraordinarias, como también podemos cometer algunos de los peores errores de nuestras vidas.
La mayoría de la gente que inicia en el uso y abuso del alcohol, el cigarrillo y las drogas son motivados por la presión de grupo.
Hay que mantener cierto nivel de individualidad cuando nos encontramos en situaciones de grupo. No todos los panameños que vivieron la invasión en 1989 salieron a saquear almacenes. No todos los asistentes a una cantina se meten en una pelea tumultuaria. No todos los que están en una discoteca tienen que emborracharse y quedarse hasta las 7 de la mañana, para después tener que inventar una excusa para no ir a trabajar por la goma. No todos los que van al casino se esfuman todo el dinero de la quincena en las maquinitas. No todos los chicos de nuestros barrios populares se meten a pandilleros.
Es una cuestión de individualidad, de educación y de sentido común el saber hasta donde lo que los demás nos empujan a decir o hacer es lo que nos conviene.
Si la gente que se hace llamar nuestros "amigos", constantemente nos quieren empujar a problemas, es mejor que comencemos a buscar un nuevo grupo con el cual "parquear", porque tarde o temprano vamos a quedar limpios, o presos, o muertos.
Si no somos capaces de decir "No" en un momento determinado, nos vamos a arrepentir.
Cualquier buen padre debe inculcarle a sus hijos los elementos de juicio para formarse su propio criterio, para pensar por ellos mismos, analizar y darse cuenta de cuando está entrando en terreno peligroso. Cuando ese criterio ha sido establecido en la mente de un joven, ningún grupo de amigos nos podrá manipular.
