Dependiendo de la pieza del pollo existen diferencias nutricionales.
La pechuga sin piel es la menos grasosa, con menos del 1% en peso, y la parte del animal con menos colesterol.
Los muslos tienen menos proteínas que la pechuga y el triple de grasa, así como las vísceras, con cinco veces más de grasa.
El hígado tiene nueve veces más contenido en colesterol, que la pechuga.
La carne roja no tiene más proteínas que el pollo, aunque mucha gente crea lo contrario. Sus aportes proteicos son similares.
El pollo destaca por su alto contenido en vitamina B3 y ácido fólico, y aunque posee mayores cantidades de hierro y zinc, la carne roja supera a la carne de pollo en niveles de fósforo y potasio.
Aunque las vísceras administran importantes cantidades de colesterol, su aporte mineral y vitamínico es altísimo, sobre todo en vitaminas A, C, B12 y ácido fólico.
El pollo debe estar el menor tiempo posible sin refrigerar.
Cuando no esté cocido, su tiempo en la nevera no debe exceder de dos días, mientras que si está cocido, aguantará unos cuatro días en el refrigerador.
Cuando queramos posponer su consumo, podemos almacenarlo congelado durante unos seis meses. A la hora de descongelarlo, ha de hacerse de forma lenta y dentro del refrigerador.
Tenga presente los consejos.