ABRACADABRA
"Violencia fronteriza"
"durante los últimos años el gobierno ha subestimado,
irresponsablemente, las quejas de los habitantes de la región limítrofe
con Colombia"
Carlos Guevara Mann
"La violencia que azota
a la región fronteriza con Colombia constituye un problema muy serio,
y lo primero que tiene que hacer el gobierno nacional es reconocerlo."
Esto aconsejó Abracadabra el 22 de noviembre de 1997, pero el actual
gobierno hizo caso omiso.
Preocupado en ese entonces por imponer la reelección del presidente,
y ahora por sabotear la gestión de la Unión por Panamá,
durante los últimos años el gobierno ha subestimado, irresponsablemente,
las quejas de los habitantes de la región limítrofe con Colombia.
Cuando el legislador Enrique Garrido solicitó la renuncia de la
ministra de Gobierno y Justicia, por el mal manejo que se le ha dado a la
situación, Mariela Sagel, en la última de sus manifestaciones
de soberbia, contestó: "El legislador Garrido puede pedir lo
que quiera, que no se lo voy a dar" (La Prensa, 4 de junio de 1999).
No es hasta los últimos días cuando el gobierno finalmente
ha reaccionado con un mínimo de responsabilidad. La Fuerza Pública
envió un contingente policial al sector de Kuna Yala colindante con
Colombia y, para tratar el asunto por la vía diplomática,
los viceministros de Gobierno y Relaciones Exteriores se reunieron en Bogotá
con representantes del gobierno colombiano (La Prensa, 7 y 8 de junio).
Ante la gravedad de la situación en el Darién y Kuna Yala,
estas medidas son necesarias pero no suficientes. Para devolver la tranquilidad
a esa región de la República, es preciso intensificar la acción
del Estado panameño en la zona fronteriza.
Esto significa que el Estado debe hacerse presente permanentemente en
la región, a través del ejercicio eficaz de su autoridad administrativa
y de justicia, debidamente auxiliada por una Fuerza Pública eficiente
y consciente de su misión, sus deberes constitucionales y legales,
y su absoluto sometimiento al poder civil debidamente constituido. Así
lo recomendó esta columna el 4 de diciembre de 1997.
La solicitud de ayuda a la comunidad internacional fue otra sugerencia
que se planteó en este espacio. Como lo indiqué el 2 de diciembre
de 1997, la violencia en el área limítrofe es consecuencia
de la guerra interna colombiana, que a su vez es producto de una complicada
situación en que se enfrentan guerrilleros, bandoleros, el ejército
y grupos paramilitares, quienes cuentan con el apoyo de sectores de las
fuerzas armadas.
El ejército, a su vez, cuenta con el apoyo y la asesoría
del gobierno norteamericano y las organizaciones guerrilleras gozaron, durante
mucho tiempo, del patrocinio del bloque soviético. Se trata de una
compleja realidad sobre la cual Panamá no tiene control, pero que
continuará afectándonos mientras los colombianos no logren
pacificar su país.
El 4 de diciembre de 1997 sugerí que nuestro gobierno buscara
el apoyo de los demás Estados americanos (en especial de los vecinos
de Colombia) y de la Comunidad Europea, para presionar al ejército
colombiano con el fin de que dejara de apoyar a los grupos paramilitares.
También recomendé que se le requiriera a Colombia el afianzamiento
del estado de derecho en sus zonas limítrofes, particularmente en
lo concerniente a la protección de la integridad física de
las personas y la recta administración de justicia.
Propuse, finalmente, que se conminara al gobierno y a todas las facciones
guerrilleras colombianas a acudir a la mesa de negociaciones para ponerle
fin, de una vez por todas, a la insurgencia que hace cuatro décadas
desangra a ese país.
Como lo demuestran los recientes incidentes violentos en la región
fronteriza, todas estas recomendaciones son tan válidas hoy como
hace dos años, cuando originalmente se plantearon. La Unión
por Panamá tiene que poner atención al tema, porque le tocará
enfrentar una situación explosiva en el área fronteriza.
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