Sábado 13 de junio de 1998

 








 

 

MENSAJE
Hasta una bestia obedece a Dios


Hermano Pablo
Costa Mesa, California

Sucedió en Africa el 20 de julio de 1990. El sol del mediodía estaba muy ardiente, y las lentas aguas del río Zambeze, muy turbias. Un barco cargado de turistas navegaba perezosamente en las aguas del río a cuyas orillas dormitaban los cocodrilos.

De pronto, el suceso inesperado. Una joven africana, Molly Mbuto, de 26 años de edad y con seis meses de embarazo, cayó al agua. El ruido de la caída despertó a los cocodrilos, que salieron espantados por todos lados. La joven, que no sabía nadar, comenzó a ahogarse.

Ante el asombro de los turistas, una enorme cocodrilo hembra, de 6 metros de largo, nadó hacia ella. La alzó en el lomo conduciéndola hasta la orilla y depositándola en tierra. Luego desapareció, hundiéndose en las aguas.

Sabemos que los cocodrilos huyen de quienes creen que puedan hacerles daño. Y sabemos que, viéndose en peligro, se defienden como fieras, despedazando carne y huesos. ¿Qué ocurrió aquí? ¿Un milagro? ¿Un suceso que no tiene explicación? Una casualidad en un millón. El comentario del noticiero que dio el informe era: "Hasta una bestia puede obedecer a Dios".

Aparte de este extraordinario incidente ocurrido en el río Zambeze, cabe la pregunta: ¿Se podrá, en la era moderna de vuelos espaciales y de armas nucleares, creer todavía en la intervención divina? ?Podrá el hombre contemporáneo, con sus adelantos científicos, sus cálculos matemáticos y sus exigencias de pruebas de laboratorio, aceptar la posibilidad de una solución esotérica, mística, inexplicable, a los problemas insolubles de la vida? ¿Se podrá hoy en día creer en Dios? ¿Se podrá tener fe? ¿Se podrá saber, sin duda alguna, que no estamos solos en este vasto universo?

La virtud que le permite al ser humano creer lo que no tiene explicación, que es parte de toda persona que ha nacido en este mundo, es la fe. Hasta tiene fe en caníbal que nunca supo de la civilización. A falta de instrucción, él se elabora, ya sea de piedra, de madera o de cualquier otro material, algún dios, y le reza a ese dios porque necesita tener algo o alguien que sea objeto de su fe.

¿Se puede creer en la intervención divina? ¡Sí, mil veces sí! La verdad es el no creer en Dios es algo que se aprende. Ese Dios envió al mundo a Jesucristo su hijo para hacerse presente en el corazón de todos los que invocan su nombre. Crea en Dios. El quiere ser su Salvador.

 

 

 

FARANDULA
TITO ROJAS, el salsero más cotizado.


 

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