EDITORIAL
El imperialismo
mexicano o la pérdida de la soberanía
Muchos ciudadanos,
producto de un alpinismo generacional gritaron hasta la afonía
"Yankee Go Home" para exteriorizar su repudio a la
presencia militar norteamericana que debe finalizar, supuestamente,
a fin de siglo.
Los norteamericanos construyeron el Canal de Panamá,
trajeron su moneda que es la de curso legal y forzoso, realizaron
una gran labor de saneamiento ambiental y aportaron su tecnología.
También trajeron la soberbia, la arrogancia sureña,
la segregación racial y el derecho unilateral de intervenir
en forma armada y diplomática en nuestro país.
En la medida que pareciera terminar la influencia norteamericana
en Panamá, sospechosamente se apoderan los mexicanos de
una serie de compañías y del patrimonio del Estado.
El escándalo ha estallado al conocerse que tierras que
son propiedad de los jubilados y pensionados de la Caja de Seguro
Social, una compañía azteca las está ofertando
a cuatro balboas el metro, cuando su valor es inmensamente superior.
Lo ocurrido también en Paitilla es una muestra de flexibilidad
que tiene el Gobierno Nacional con los consorcios mexicanos,
lo que ha provocado una repulsa contra esas compañías
extranjeras que no han sabido armonizar con los obreros panameños.
Paulatinamente ha venido creciendo la influencia de los mexicanos
en nuestro país y las autoridades pertinentes parecen
ser relacionistas públicos de esas empresas, cuando ardorosamente
salen a defender las anomalías que se le señalan.
Las empresas mexicanas no han desarrollado una buena imagen pública
y cada día aumentan los cuestionamientos como el de la
venta a precios irrisorios de los terrenos de la Caja de Seguro
Social.
En forma insólita el gobierno nacional tampoco ha reaccionado
al enarbolamiento de banderas chinas en los puertos del Muelle
18. La Cancillería hace tiempo debió haberse pronunciado
sobre este irrespeto a nuestra soberanía.
Si bien es cierto que el actual gobierno se gastó una
fortuna en la promoción de inversiones en Europa y Asia,
no hemos sabido negociar con firmeza las ventajas. Las privatizaciones
siguen siendo una pesadilla y son deficientes los servicios de
luz y teléfono. Esto provoca todos los días manifestaciones
callejeras y cierre de calles porque el pueblo no está
contento con la venta de bienes del Estado, lo que significó
una ilusión engañosa y cruel.
El pueblo panameño debe andar con cautela para que
un imperialismo no reemplace a otro. Un país dependiente
como Panamá es fácil de chantajear con la amenaza
de doblegarlo económicamente. Para superar este escollo
debemos evitar gobiernos débiles a los que seduce la quimera
de la globalización o de la modernización de la
economía sacrificando el bienestar social.
PUNTO CRITICO |
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