En la liturgia de este XIV domingo del tiempo ordinario, Jesús nos envía a predicar el reinado de Dios a toda la humanidad. De esta manera, las lecturas de este día nos
invitan a que cada uno de nosotros nos comprometamos en la misión a la que el Señor nos ha destinado como miembros activos de la Iglesia, el cuerpo de Cristo.
San Lucas en el Evangelio de hoy refiriéndose a los setenta y dos discípulos enviados a predicar el reino de Dios, relata como Jesús les instruye de forma semejante a como lo hizo con los apóstoles, " Los envío como ovejas entre lobos... no lleven ni bolsa... no se detengan... den la paz... prediquen que el reino de Dios ha llegado a ustedes... ", estos son los elementos que todo cristiano debe tener claro a la hora de anunciar el reino de Dios. Así mismo, el envío que hace Jesús de sus discípulos continua hoy día en la acción misionera de la Iglesia, y por tanto, este envío es para cada uno de nosotros los bautizados, miembros de esta Iglesia, cuerpo místico de Jesucristo.
Después de todo envío hay un regreso, en ese regreso los discípulos pueden examinar y experimentar el gozo y la alegría de haber realizado todo lo que se hizo, sin embargo, Jesús, dice que más que alegrarse por tener el poder de someter a los espíritus malos, deben alegrarse porque sus nombres están escritos en el cielo, de igual manera, Jesús nos exhorta a cada uno de nosotros a que no nos gloriemos de nuestros logros y facultades, antes bien debemos gloriarnos del don de la gracia que el mismo Jesucristo nos ha dado para el cumplimiento de su voluntad.
De tal manera, la fidelidad de nosotros los bautizados es algo fundamental para el anuncio del Evangelio y para la misión de la Iglesia en el mundo.
