MENSAJE
Una historia de paz
Hermano Pablo
Costa Mesa, California
Liam es católico y vive
en Belfast, Irlanda del Norte. Jimmy es protestante, y también vive
en Belfast, Irlanda del Norte. En repetidas ocasiones se enfrentaron en
las calles, tirándose balazos y arrojándose granadas hasta
que ambos fueron a parar a la cárcel, acusados de asesinato.
A esa cárcel llegó alguien hablando de la gracia de Dios
y de la experiencia personal de tener a Cristo en el corazón. Los
dos: Liam y Jimmy, escucharon con interés el mensaje del evangelio,
y ambos en oración, le pidieron a Cristo que entrara en su corazón.
La guerra religiosa se transformó en gracia divina. Ahora los
dos son cristianos genuinos que sólo esperan el momento de terminar
sus condenas para salir a las calles, unidos y abrazados, a predicar el
evangelio de Cristo.
He aquí otra historia que reconforta el ánimo. No todo
es drogadicción, no todo es secuestro, no todo es asesinato, no todo
es aborto. Liam y Jimmy son ejemplos de una historia con un desenlace feliz:
una historia de paz, una historia de amor, una historia de unidad, una historia
de redención.
Una vez más, Jesucristo se presenta como la única solución
al dilema del mundo, pues aunque se logren pactos políticos que traigan
paz temporal a determinados países, o se firmen documentos internacionales
que alivien la tensión entre las grandes potencias, o se haga un
llamado general a deponer las armas, El es el único que puede lograr
un cambio total de corazón. Sólo El transforma en paz la destrucción,
y convierte en amor el odio.
Lo que ocurrió en Irlanda del Norte entre dos enemigos mortales
puede también ocurrir en la familia, en el hogar, en el matrimonio.
Es tiempo de que dejemos a un lado nuestro orgullo y obstinación,
y que sigamos a ese Cristo que trae la paz y transforma el corazón.
Qué reina en nuestro hogar? Resentimientos entre los esposos?
Enemistades entre padre e hijo? Pleito entre hermanos? Jesucrito puede y
quiere intervenir como Príncipe de Paz en lugares donde reina la
guerra. El hace amistad a los enemistados y les da armonía a los
desarmonizados. El puede cambiar el lobo en cordero, y al demonio en ángel.
Jesucristo es el gran Transformador, pero no interviene si no lo invitamos.
El espera nuestra invitación para venir en nuestra ayuda.
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