Cuando un profesor inicia un semestre o un bimestre, dependiendo si es universidad o bachillerato, dentro de su planificación contempla una serie de temas para que los estudiantes investiguen. No es nada de "ya pa' ya", como decimos acá. El "profe" toma su tiempo e informa casi con un mes de anticipación la tarea, pero al llegar el día, son muy pocos los estudiantes que logran cumplir. El resto del equipo recibe malas calificaciones.
Algo muy similar ocurre en los centros de trabajo, sobre todo en aquellos lugares donde las investigaciones son el pan de cada día. Allí ocurre de todo a la hora de entregar los temas. Unos cumplen de forma satisfactoria, otros inventan lo que no se les pidió y otros, simplemente, no hacen ni pío y lo peor es que no se excusan con nadie. Estos últimos parecieran ser aquellos estudiantes que acostumbraban a recibir en el boletín uno de calificación.
Las investigaciones, ya sea policiales, científicas o documentales deben tener todos los valores agregados necesarios. Si se está tras la pista de un asesino, hay que tomar en cuenta el estado del cuerpo, los elementos encontrados en la escena, libretas de teléfono de referencia y muchas cosas más; en cambio, si se trata de investigar un tema que será publicado, ya sea en un libro o una revista, los escritores deben pedir ilustraciones, estadísticas, cifras que hagan más entendible la lectura y, por su puesto, una redacción amena, digna de ser sometida a la vista y al tiempo valioso del lector. Si no contamos con estos elementos, nuestro trabajo podrá ser bueno, por el esfuerzo, pero no excelente porque le faltó el ingrediente de más.
Para entender esto, hay que ponerse los zapatos del lector. Así podremos saber lo que ellos piensan y lo que necesitan. Si usted es de los que no cumple, vaya cambiando.
