Le preocupa mucho la corrupción al saliente secretario general de la OEA, César Gaviria. "La corrupción en Latinoamérica está frenando el desarrollo económico e impide reducir la pobreza que aqueja a 127 millones de personas de la región" dijo hace unos días en Managua, Nicaragua (DPA, 9 de julio).
�Sería esa preocupación lo que motivó a Gaviria a pedirle al Gobierno panameño que le diera asilo a Vladimiro Montesinos, uno de los sujetos más representativos de la corruptocracia latinoamericana? El asilo en Panamá lo hubiera puesto al margen de la ley y le hubiese impedido al pueblo peruano recuperar los millones de dólares malversados por el siniestro consejero del dictador Fujimori.
Afortunadamente, la presidenta de la República no permitió que Montesinos se quedara en el país, aunque algunos funcionarios de su gobierno querían darle refugio. �Por qué les interesaba ayudarlo? �Averíg�elo Vargas!, como decía la reina de Castilla, Isabel la Católica.
César Gaviria está por entregar su alto cargo en la OEA al ex presidente costarricense, Miguel Angel Rodríguez, de quien se espera una mejor gestión al frente del organismo regional. Montesinos hoy radica en una prisión peruana, donde purga condenas por varias irregularidades.
Pero en otras latitudes, los implicados en sonados casos de corrupción circulan por la calle, muertos de la risa. Forman parte de los equipos de transición y asesoran a presidentes electos. �Cuándo habrá para ellos "mano dura"? De seguro no será en la Patria Nueva.
