Martes 28 de julio de 1998

 








 

 

MENSAJE
No llegó a ser suicidio

Hermano Pablo
Costa Mesa, Califonia

P
ara Luis Rivera, no quedaba razón de vivir. El mundo, pensó él, se le venía encima. La depresión era tal que resolvió hacer dos cosas: emborracharse primero, y luego suicidarse. Su mente, aletargada por la depresión, iba a aletargarse aún más con el licor. Y Luis Rivera, de Arizona, Estados Unidos, se emborrachó.

Después se fue a su casa y cargó su revólver de pequeño calibre. En su cuarto se puso de pie, apuntó el arma a su pecho, y cuando ya iba a disparar, su hijo Marcos, de 16 años, entró en el cuarto. Viendo la intención de su padre, Marcos se abalanzó sobre él, pero el revólver descargó su bala, y ésta atravesó el hombro de Luis y fue a incrustarse en el corazón de Marcos, su hijo. No llegó a ser suicidio, pero sí fue asesinato.

Qué es lo que lleva al hombre a atentar contra su propia vida? El vocablo que lo describe es "depresión". De dónde viene esa depresión? La producen las cargas de la vida que se hacen demasiado pesadas.

Una de esas cargas es la economía. ×No hay dinero para pagar todas las cuentas! Otra es la enfermedad. Y a veces el miedo que la enfermedad produce es peor que la enfermedad misma. Otra es amores contrariados, los fracasos del corazón. La pobreza, la enfermedad y los amores que fallan son las tres mayores cargas de la vida del hombre.

Qué hacer con estas cargas? La fuerza emocional de la depresión nos deja, a veces, sin la fuerza moral necesaria para resistirlas, y cuando se encuentra uno impotente para quitárselas de encima, busca salida en el suicidio. Cuando se cree que no hay solución, se deja de luchar.

Un día un hombre bueno, justo y fuerte contempló a la gente agobiada por sus cargas. La vio en tristeza, agonía, impotencia y desesperación. Se puso entonces de pie entre ellos y les dijo: "Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso" (Mateo 11:28).

Ese hombre no era un demagogo, no era un bravucón, no era un paranoico, no era un embaucador. Era Jesucristo, el Hijo de Dios, Dios mismo hecho hombre. Y su oferta de descanso y paz era auténtica, y ha seguido siendo auténtica ya por dos mil años. Jesucristo puede quitar las cargas de nuestra vida. Entreguémosle a El nuestra depresión. A cambio nos dará nueva vida.

 

 

 

 

CULTURA
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