Mireya Moscoso será recordada como la presidenta que, según en las palabras acertadas del empresario Ricardo Martinelli, llevó a Panamá al desprestigio internacional, además de atrazar al país cinco años en el pasado.
El mejor ejemplo fue el caso reciente de la ruptura diplomática con Cuba, todo por un mero capricho presidencial de asegurar su visa en Estados Unidos, para poder residir en la tierra del Tío Sam.
Si, ese es el detalle. Y es que la presidenta prefirió dejar en libertad a cuatro cubano - americanos inculpados por terrorismo en Panamá, para evitar que desde mañana, cuando ella vuele hacia Miami, logre eludir cualquier encausamiento por las instancias judiciales panameñas o extranjeras.
Ya otro medio adelantó en una encuesta que el 70% de los panameños consideran viable "investigar" a Moscoso por supuestos malos manejos administrativos y posibles signos de corrupción pública.
Por supuesto, por allí viene el golpe jurídico contra Mireya, pues la Doña pierde inmunidad y poder en este país.
Fue lastimoso ver la ruptura con Cuba, todo por un mero interés personal de la mandataria. Es cierto que la soberanía del Istmo debe prevalecer ante todo, de que si hubo indirectas de parte de La Habana hacia el caso de los cuatro cubano americanos.
Pero, como comprobamos en la grabación de una televisora norteamericana, donde Mireya habla con un prominente abogado en Miami para "avisar" sobre la liberación de los cuatro supuestos terroristas, allí quedó demostrada las aseveraciones vertidas por La Habana: la presión de Estados Unidos fue grande y la amenaza era quitar la visa a Moscoso, si no cumplía la orden de Jeb Bush, aliado de los exiliados cubanos en Florida.
Igual, para nadie es un secreto que Moscoso no se llevaba con el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, desde la crisis del 11 de abril de 2002, cuando tras un efímero golpe de Estado, el mandatario vale pidió asilo a Mireya, pero ésta rechazó permitirle ingresar al istmo.
Nuestras relaciones con Cuba y Venezuela tienen fuertes valores de índole histórico, político y económico. Si hay quienes difieren de las ideologías aplicadas por los regímenes en la isla caribeña o en la vecina república bolivariana, eso debemos respetarlo.
Pero la jurisprudencia y el derecho internacionales deben cumplirse a cabalidad, más aún cuando Panamá firmó tratados para combatir el crimen, el terrorismo y regular la extradición de delincuentes.
Gracias a Dios que se acabó este gobierno. Ojalá que Martín Torrijos pueda reestablecer las relaciones con Cuba y Venezuela, para evitar malos entendidos y salvar la imagen internacional de nuestra amada Patria.