Spanair, la aerolínea propietaria del avión que se estrelló el 20 de agosto en el aeropuerto de Madrid, y que costó la vida a 154 personas, no tuvo intención de sustituir la aeronave siniestrada en ningún momento.
La compañía asegura que se limitó a poner en conocimiento del aeropuerto y de todos los implicados en la operación de que, ante la eventualidad de que hubiera que cambiar de aparato, existía otro disponible.