Jueves 10 de sept. de 1998

 








 

 


MENSAJE
Un sacrificio por amor

Hermano Pablo
Costa Mesa, California

S
úbito, pavoroso, terrible, surgió el fuego en la casa. Lo había comenzado un chiquillo de dos años de edad. Había estado jugando con las luces del árbol de Navidad. Jennifer Olson, la hermana mayor, de 14 años, actuó rápidamente.

Sacó fuera de la casa a sus hermanitos de 2, 3, 5 y 6 años de edad y a su abuelo paralítico, de 75 años. Cuando ya los tenía a todos en un lugar seguro, entró de nuevo a la casa en llamas, para rescatar a sus dos perros. Pero el humo la envolvió y la asfixió. La chica murió en el hospital, tres días después. "Sacrificó su vida por amor a sus perros - dijo llorando la mamá'. Fue un sacrificio por amor".

Muchos sacrificios parecidos hay en el mundo. Todavía queda gente heroica, que arriesga su vida por salvar a personas, y aún a animales a los que les tiene cariño. No todo es sordidez, interés material y egoísmo en el mundo. Todavía queda heroísmo. Era mucho, quizá, entregar la vida de una niña por la vida de dos simples perros, pero en todo acto de heroísmo se cuenta más el desinterés y el espíritu, que los valores materiales que puedan estar involucrados.

Todo acto de heroísmo en el mundo, toda acción de sacrificio en que una persona da su vida por otra, tiene, aunque no siempre se reconozca, su raíz y su base en aquel supremo sacrificio de la historia que se hizo por supremo amor para salvar a la humanidad entera.

Ese sacrificio es el de Jesucristo en la cruz de Calvario. Su acto de amor, totalmente altruista sentó la base para todo sacrificio heroico que los hombres posteriormente hicieran en cualquier parte y por cualquier motivo. El hombre aprende heroísmo y sacrificio, con el sacrificio de Cristo.

Ese sacrificio de Jesucristo -desinteresado, total, amoroso, perfecto- abre para todos nosotros la puerta hacia una vida nueva. No fue un sacrificio inútil. Fue, y, es, inmensamente útil para todo hombre y toda mujer de todo tiempo y de todo lugar. Sólo tenemos que aceptarlo para obtener la redención de nuestra vida.

El sacrificio lo hizo Dios, en la persona de Su Hijo Jesucristo, por nosotros. No rechacemos ese amor divino, pues de hacerlo así estaremos rechazando nuestra salvación.

 

 

 

 

 

CULTURA
Moda.

 

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