EDITORIAL
¡Escucha panameño!
Adolorido te escribo a tí,
panameño, paisano mío, para recordarte las veces que en este
diario te he invitado a reflexionar sobre las muertes desatadas que en las
carreteras nacionales dejan centenares de cadáveres de hermanos,
familiares y amigos; destrozados, convertidos en recuerdos sanguinolentos.
No prestaste atención; poco te importa, y por eso sigue la procesión
macabra, enlutecida, que con llanto, dolor y pena acompaña los ataúdes
siniestros al reposo de las tumbas húmedas de los camposantos.
Olvidas que las campanas de la parca tañen por tí también
cuando confiado accedes a las vías con la premura de cumplir deberes
y ganar el pan, donde puedes fenecer por la irresponsabilidad de ignaros
que conducen los carros a velocidades de peligro, sin importarle los riesgos,
desconocen las reglas básicas del manejo vial y con sus abusivas
conductas rebasan, tuercen, giran, aparcan y provocan accidentes fatales.
Panameño, hermano mío! hasta cuando tu tolerancia sumisa
de no reclamar tus derechos permite que los enajenados del volante conduzcan
los vehículos donde eres pasajero sin respeto ni consideración
para contigo y los viandantes.
Debes entender que las muertes de las víctimas del irrespeto y
el absolutismo de los conductores, particulares y de servicio público,
son agravios a la colectividad; en cada fallecido se causan pérdidas
sociales sensitivas, se truncan esperanzas y se cancelan logros; se gastan
dineros en funerarios y luto, y todo ésto tú lo estás
permitiendo...
Por eso debemos forjar una cruzada de fortaleza cívica que reúna
a los panameños sinceros; los que se resienten del ánimo ante
la sangre derramada y el dolor de la orfandad repartida, y así cancelar
la mortalidad vial. No lo olvides.
Tienes que entender que las policías, los motorizados, los jueces
y los alcaldes, todos ellos resultan incapaces de resolver el morbo asesino;
ellos trabajan en frías aristas legales, distintas a las emocionales,
y sicológicas que impulsan la insanía homicida de las carreteras.
Son los vecindarios, los parroquianos, los usuarios cotidianos quienes tienen
las herramientas para la contención de la muerte vial.
La acción unitaria, férrea, de la comunidad, que en vigilancia
estricta denuncie, señale y acuse a los infractores impunes y les
aplique el castigo social de la indiferencia, el repudio y el estigma, son
mecanismos idóneos para superar el crimen motorizado de las calles.
Allí tienes lugar: conviértete en voz y oído de la
justicia; sé paladín del reclamo contra el abuso; no permitas
que la velocidad enajenada contínue repartiendo viudez, orfandad
y dolor en Panamá.
Panameño, hermano mío, tienes la palabra y el camino; hazlo.
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AYER GRAFICO |
Conferencia de prensa para anunciar el inicio de operaciones de la Misión
Agrícola China. |
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