Hace 19 años, la satrapía castrense en el poder perpetró uno de los crímenes más horrendos que registra la historia panameña. Una organización militar denominada F-8 detuvo y decapitó al médico internacionalista y exviceministro de Salud, Hugo Spadafora Franco. A partir de ese hecho, comenzó a derrumbarse el régimen de los cuarteles.
El 13 de septiembre de 1985, el cadáver de Spadafora fue encontrado en el poblado costarricense de El Roblito, cerca de la frontera con Panamá, a 15 kilómetros de La Concepción, donde había sido visto con vida por última vez.
Ese asesinato estremeció los cimientos de la sociedad panameña y levantó una ola de protestas en todo el país, por la forma en que fue mutilado el cuerpo y desaparecida la cabeza, algo nunca antes registrado en el país.
Tras la invasión norteamericana, 10 militares, entre ellos, el depuesto general Manuel A. Noriega fueron llamados a juicio, proceso que se inició en julio de 1993 y concluyó en septiembre del mismo año.
Aunque todavía hay pasajes oscuros de este horrendo crimen, al menos en este caso el brazo de la justicia llegó hasta algunos de los responsables. La juventud debe conocer que este brutal asesinato fue el inicio de la caída de la dictadura militar y fue el paso para que el pueblo se organizara para reclamar justicia, democracia y libertad.