EDITORIAL
Muerte y crimen en las carreteras
El resultado mortal del pasado
fin de semana contabilizó catorce personas fallecidas en las vías
panameñas, lo cual incrementa gravemente los índices de muertes
en las carreteras, realidad que priva a Panamá de recursos humanos
jóvenes; llena de luto las familias; reparte temor y miedo a los
viandantes, sin que las autoridades logren detener tal desenfreno mortal,
que nos circunda.
El tránsito panameño es una maraña de encontrados
manejos institucionales que permite a la Policía Nacional ejercer
las labores de control y vigilancia, a más de practicar diligencias
de expertos para reconstrucciones judiciales; al Ministerio de Obras Públicas,
confeccionar los letreros y avisos de las ordenanzas que rigen el desplazamiento
en las calles, y su colocación, que en múltiples ocasiones
motiva controversias y desacuerdos entre las burocracias; a la Dirección
Nacional de Tránsito Terrestre, del Ministerio de Gobierno y Justicia,
la responsabilidad de dictar las normativas reglamentarias que rigen el
manejo en las vías; los Juzgados de Tránsito conocer de las
infracciones sancionables, cuyas multas ingresan a las arcas municipales.
En síntesis, existe un enorme desgreño inexplicable, que
con urgencia reclama rectificaciones prontas y efectivas, que permitan retomar
el paso de tránsito seguro, de vigilancia certera, con castigos sin
sigilos ni disimulos, al impulso de un certero servicio público,
por lo cual no proceden excusas ni justificaciones pueriles.
La permisiva legislación penal que hoy se aplica a los homicidas
y lesionadores culpables en eventos dañinos, facilita que quienes
provocan la muerte por atropello y velocidad, no cumplan castigos en las
cárceles, ya que la penalidad aplicable no alcanza más de
dos años, por lo que carece de detención preventiva, sin retiro
de la licencia de conducir, y la sentencia, si no se tiene reincidencia
se convierte en multa, calculada en relación a los ingresos, la cual
lleva al pago de cuatrocientos veinte balboas por una vida injustamente
cegada.
La estrategia de descongestionar las cárceles permite que estos
delincuentes viales continúen disfrutando de libertad, repitiendo
sus mortales carreras y abusos.
La colectividad también titula un importante rol a jugar en los
aspectos viales, ya que la pasividad, la tolerancia encubridora al desenfreno
de buseros y taxistas; así como de conductores particulares, contribuye
a los eventos dolorosos que denunciamos: Si los pasajeros reclamaran contra
el manejo desordenado y la velocidad; si los viandantes señalaran
a quienes infringen regulaciones al manejar por vías contrarias y
prohibidas; si actuaramos sin temor ni recelo, con seguridad se ayudaría
certeramente a detener el irresponsable y abusivo comportamiento vial.
Tienen la palabra las autoridades y los ciudadanos.
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AYER GRAFICO |
Se integra la coalición de partidos políticos llamada Unión
Nacional para los comicios de 1968. |
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