Martes 22 de sept. de 1998

 








 

 

EDITORIAL
Muerte y crimen en las carreteras

El resultado mortal del pasado fin de semana contabilizó catorce personas fallecidas en las vías panameñas, lo cual incrementa gravemente los índices de muertes en las carreteras, realidad que priva a Panamá de recursos humanos jóvenes; llena de luto las familias; reparte temor y miedo a los viandantes, sin que las autoridades logren detener tal desenfreno mortal, que nos circunda.

El tránsito panameño es una maraña de encontrados manejos institucionales que permite a la Policía Nacional ejercer las labores de control y vigilancia, a más de practicar diligencias de expertos para reconstrucciones judiciales; al Ministerio de Obras Públicas, confeccionar los letreros y avisos de las ordenanzas que rigen el desplazamiento en las calles, y su colocación, que en múltiples ocasiones motiva controversias y desacuerdos entre las burocracias; a la Dirección Nacional de Tránsito Terrestre, del Ministerio de Gobierno y Justicia, la responsabilidad de dictar las normativas reglamentarias que rigen el manejo en las vías; los Juzgados de Tránsito conocer de las infracciones sancionables, cuyas multas ingresan a las arcas municipales.

En síntesis, existe un enorme desgreño inexplicable, que con urgencia reclama rectificaciones prontas y efectivas, que permitan retomar el paso de tránsito seguro, de vigilancia certera, con castigos sin sigilos ni disimulos, al impulso de un certero servicio público, por lo cual no proceden excusas ni justificaciones pueriles.

La permisiva legislación penal que hoy se aplica a los homicidas y lesionadores culpables en eventos dañinos, facilita que quienes provocan la muerte por atropello y velocidad, no cumplan castigos en las cárceles, ya que la penalidad aplicable no alcanza más de dos años, por lo que carece de detención preventiva, sin retiro de la licencia de conducir, y la sentencia, si no se tiene reincidencia se convierte en multa, calculada en relación a los ingresos, la cual lleva al pago de cuatrocientos veinte balboas por una vida injustamente cegada.

La estrategia de descongestionar las cárceles permite que estos delincuentes viales continúen disfrutando de libertad, repitiendo sus mortales carreras y abusos.

La colectividad también titula un importante rol a jugar en los aspectos viales, ya que la pasividad, la tolerancia encubridora al desenfreno de buseros y taxistas; así como de conductores particulares, contribuye a los eventos dolorosos que denunciamos: Si los pasajeros reclamaran contra el manejo desordenado y la velocidad; si los viandantes señalaran a quienes infringen regulaciones al manejar por vías contrarias y prohibidas; si actuaramos sin temor ni recelo, con seguridad se ayudaría certeramente a detener el irresponsable y abusivo comportamiento vial.

Tienen la palabra las autoridades y los ciudadanos.

 

 

 

 


 

AYER GRAFICO
Se integra la coalición de partidos políticos llamada Unión Nacional para los comicios de 1968.


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, desmejoro el idioma castellano.


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