Los panameños nos lanzamos a la aventura de las privatizaciones, al parecer sin un camino de regreso por si fallaba el experimento neoliberal. Al negar la intervención del Estado en los asuntos económicos, la sociedad quedó hasta cierto punto desprotegida de los vaivenes del mercado.�
No solo hemos quedado en manos de codiciosos consorcios internacionales, sino que los Estados, en especial los de América Latina, como por ejemplo México, han sido secuestrados por el crimen organizado, el narcoterrorismo y el narcotráfico. �
Tras la debacle de la economía estadounidense, el Estado se ha visto en la obligación de intervenir y, a manera de un adelantado Santa Claus ha regalado dinero de los contribuyentes al sector privado para intentar frenar la caída libre de sus empresas y de movimientos bursátiles.�
En Panamá, los gobiernos anteriores siguieron esa onda y esto nos hizo cometer uno de los más grandes pecados: liberalizar el mercado de la venta de los derivados del petróleo y sellamos el error al desmantelar la Refinería Panamá.�
Ahora bien el presidente Martín Torrijos dijo " que el Gobierno tiene toda la determinación de revisar algunos aspectos en un mercado donde se han dado abusos y donde los precios no son justos, ya que desde que se cerró la refinería pareciera que las normas han apoyado más a las petroleras que a los consumidores".
Debemos resaltar que de toda la publicidad engañosa que hemos escuchado y visto sobre la liberación del mercado, esta podría hacer acreedora al premio de la más falsa, porque como argumento base se dijo que produciría más empleos, pero es común encontrar estaciones de gasolina de autoservicio �donde son escasos los trabajadores.
Estos sitios de expendio mantienen altos precios a la gasolina y no existe la atención al cliente, lo que significa que el comerciante se beneficia casi absolutamente sin ofrecer beneficios al consumidor.
Este paso que ha dado el presidente de la República está en la ruta correcta y debe ser seguido por el próximo gobierno para poder enfrentar el canibalismo de la liberación del mercado. Tal vez sea necesario volver a contar con un organismo como la Oficina de Regulación de Precios o crear una Procuraduría del Consumidor.
