Ha sido el monumental grillo creado por el pintor y escultor panameño Carlos Arboleda, una de las obras culturales más importantes desaparecidas de un pedestal, en este increíble país de gobernantes improvisados. La primera que rodó por el suelo, fue la cabeza de Belisario Porras, lanzada a un escusado de hueco en la ciudad de Las Tablas y encontrada accidentalmente en el verano de 1950.
En octubre de 1988 en San Miguelito una turba de salvajes políticos, comandada ya ustedes saben por quién, derribó y desapareció la estatua de bronce erigida en honor al trigésimo presidente de los Estados Unidos: Theodore Roosevelt, gringo que financió la estrategia para que lo istmeños, dejáramos de ser colombianos a partir del 3 de noviembre de 1093. �Qué ironía!, eso no lo saben los dirigentes comunistas que guiaron a esos tribales a cometer ese crimen cultural.
En Pueblo Nuevo, en la avenida Once de Octubre, una semana después de la gestión como Concejal de la periodista Migdalia Fuentes, fue derribado el famoso grillo de metal, obra monumental donada por el escultor y pintor nacional Carlos Arboleda. La desaparición del hermoso grillo que impresionaba a nacionales y extranjeros, fue obra del representante sucesor, que acabó con lo bueno que hizo Migdalia. Dos meses después, por inercia supongo, en la
Avenida de los Poetas de lo que nos queda de El Chorrillo, amanecieron sin cabeza más de catorce estatuas de bardos, después de esto eximí a los comunistas, porque no puede ser que sean tan brutos.
Ahora en este gobierno, en lo más seguro del distrito capital, desaparece un monumento a la infancia más descuidada del planeta (la panameña), 35 toneladas de bronce. Si seguimos con esta clase de funcionarios, pronto la ignorancia supina, terminará gobernando al país, sepultando la cultura a punta de pedradas, salivazos e insultos de un horario para adultos. El grillo creado por Arboleda, fue recuperado a tiempo de piedreros y políticos y pronto será colocado en Villa Rosario Capira, donado por el creador nacional C. Arboleda.