El sentimiento de dolor y pena embargó ayer a los asistentes al sepelio del sargento Andrés Pineda, quien falleció el jueves al ser colisionado su patrulla por el carro fúnebre del Ministerio Público.
Las honras fúnebres iniciaron con una calle de honor hecha por sus compañeros de armas en la sede central de Ancón, a la llegada del féretro con los restos de Pineda. La ceremonia en la sede policial terminó con la tradicional salva de 21 cañonazos; luego el cortejo se trasladó hasta el Cementerio Colinas de La Paz, en el distrito de Arraiján.
Allí el sentimiento de dolor se hizo más patente. "Ahora, quién me va a brindar todo el amor que tú me dabas", se preguntaba en medio del llanto, uno de sus atribulados hijos.