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Hugo

Milciades Ortíz | Catedrático

"Cuando yo estuve en el Instituto Nacional, fui un come-libros, y no me interesó la política", me dijo con sinceridad el Dr. Hugo Spadafora.

Fue en una de las muchas conversaciones que sostuvimos sobre política, revolución, lucha guerrillera, etc., antes que se fuera a Nicaragua.

Me parece mentira que han pasado veintidós años de la muerte de este médico guerrillero. Todavía en mi mente aparece su figura atlética lograda con dietas, ejercicio y té verde.

Hugo tenía un año más que yo, pero siempre lo llamé "Dr.". Cuando fuí asesor en sociología en el Ministerio de Salud, lo conocí. �l recordaba mis actividades estudiantiles en el Nido de �guilas.

Al respecto, me aclaró que "cuando fui a estudiar medicina en la Universidad de Bologna, Italia, se me despertó la sensibilidad social y los deseos de participar en la liberación de los pueblos".

Ayudé a Hugo Spadafora a organizar el material de su libro "Experiencia guerrillera en Guinea Bisau".

Me confesó que nunca estuvo en combate, sino actuando como médico. Escuchó los bombardeos que recibían los rebeldes de Amílcar Cabral, del ejército portugués.

Muchas veces atendía en tiendas de campaña, debajo de enormes árboles llamados "Ombú", para evitar ser descubiertos desde el aire.

Confieso que yo le sugerí a Hugo que dirigiera la "Brigada Victoriano Lorenzo", nombre que inventé (dicho sea de paso).

Esa mañana estaba Hugo en su escritorio de Vice Ministro de Salud, y en son de burla le dije: "Ud. aquí tomando té, cuando decenas de jóvenes panameños se anotan para ir a pelear contra la dictadura de Somoza, en la Brigada Victoriano Lorenzo".

Me miró extrañado y le confirmé lo que había visto el día anterior en el Sindicato de Periodistas. Delante de mí llamó al General Omar Torrijos y aceptó dirigir ese grupo.

Luego de su retorno triunfal de la Nicaragua liberada, tuvimos varios encuentros ideológicos que pusieron fin a nuestra relación cara a cara.

Todo vino porque le dije que debía formar un movimiento de jóvenes revolucionarios panameños, pues tenía la admiración de muchos de ellos.

Me dijo que "nunca haría nada que afectara el liderazgo de Torrijos". Repliqué diciendo que Omar no era un líder, sino un "dirigente por la fuerza".

Algo molesto, me indicó que yo era un revolucionario de teoría y él uno de práctica, en dos países.

Nos despedimos amigos... pero muy distantes en las ideas...



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