La evolución y transformación de la industria equina, tiene sus orígenes desde hace más de 58 millones de años, cuando los equinos recorrieron las planicies de América, sobre todo en las grandes llanuras de Norteamerica. Sin embargo cuando Colón descubrió América en 1492, no había caballos en este continente.
Aunque no se conoce la razón, se sabe que perecieron todos, lo que sigue siendo uno de los misterios no aclarados de la evolución. La desaparición fue completa y súbita, muchos científicos creen que pudo haberla causado alguna enfermedad contagiosa o algún parasito fatal.
Otros, por su parte estiman que tal vez otras causas como los cambios de clima, competencia entre ellos y la imposibilidad de adaptación pudieron haber sido otras de las causas de su desaparición.
Pero 500 años atrás, los conquistadores españoles volvieron a introducirla.
El caballo fue probablemente el último de los animales de granja de la actualidad que domesticó el hombre. De acuerdo a relatos y crónicas de los historiadores revelan que después de dominar a los bovinos, ovinos y caprinos, domesticó al asno y luego al camello, y por último al caballo.
Los caballos parecen haber sido domesticados primero en Asia Central o Persia antes del año 3000 A.C., pues se diseminaron hacia el oeste por el sur de Europa en tiempos de los pueblos lacustre. Se habla de ellos en Babilonia ya en el 2000 a.c., a donde llegaron quizás procedentes de la cercana Persia.
La presencia del caballo parece haber motivado la invención del carro, tipo de vehículo tirado por esos animales y utilizados por los egipcios en la guerra y otras empresas. La Biblia cuenta también que cuando José llevó los restos de su padre desde Egipto de regreso a Canaán, lo hizo en carros y jinetes. Es probable que los egipcios hayan sido los principales causante de la diseminación de los caballos domesticados a otros países.
Los árabes, aunque parezca extraño, no utilizaron mucho el caballo hasta después del tiempo de Mahoma (570 a 632 d.C), y antes de esa época dependieron de los camellos. Prueba de ello es que en el siglo V II de nuestra era, cuando Mahoma atacó a Koreish cerca de La Meca, no tenía más que dos caballos en todo su ejercito; y al final de la sanguinaria campaña, aunque se alzó con 24, 000 camellos y 40, 000 ovejas y se apoderó de 24, 000 onzas de plata, ningún caballo figuró e n su lista de saqueo.
Esto parecía indicar en forma bastante concluyente que Arabia, el país que con sus caballos ha contribuido tanto al perfeccionamiento de esta raza en todo el mundo, no fue la tierra natal del caballo y que los árabes no lo utilizaron hasta la era cristiana.
