Más que nunca, en nuestro país están circulando vehículos que no están en las condiciones mecánicas para estar en las calles. Y el resto de los ciudadanos somos las potenciales víctimas de lo que está sucediendo.
Camiones y buses con las llantas lisas, tubos de escape lanzando humo negro y tóxico, vehículos de transporte con más carga de lo que el fabricante detalla, o con la carga mal colocada, y grandes vehículos que pierden los frenos y los trenes traseros en medio de la vía.
Todo esto lo vemos en las calles de nuestra ciudad capital todos los días. Muchos dueños de vehículos no les dan el mantenimiento debido, y cuando ocurre una tragedia por ello, el precio más alto lo pagan los peatones, otros conductores y la propiedad privada o pública.
Cuando se trata de las emisiones tóxicas, parece que las leyes relacionadas con este problema no se hacen valer en este país. Cualquier panameño que viaja en bus y camina todos los días desde su casa al trabajo y viceversa, aspira cantidades de humo tóxico que bien pueden ser más cancerígenos que cualquier cigarrillo.
Si no viajamos en auto con las ventanas cerradas y el aire acondicionado encendido, no podemos respirar un aire medianamente saludable.
La pregunta que nos hacemos es: �para qué sirve el revisado vehicular? Si realmente la autoridad del tránsito fuese estricta con el estado de los vehículos que pasan por este trámite todos los años, los peatones no sufrirían con el humo, y se podrían reducir las estadísticas de enfermedades respiratorias.
Igualmente, no habrían buses con llantas lisas, ni con trenes traseros a punto de desprenderse.
Al final, todo depende del dueño del vehículo en cuestión. Todos queremos libertades, pero no se quiere asumir ni un poquito de responsabilidad con respecto al mantenimiento del vehículo.