Nuestro país es rico en uno de los recursos naturales más codiciados: el agua.
Este elemento tan sencillo nos permite tener salud e higiene, pero este recurso permite también mover molinos, transportar carga y producir energía. Con la constante alza del petróleo y otros combustibles fósiles, deberíamos ver cómo una bendición, poder contar con agua abundante para satisfacer nuestras necesidades, pero lastimosamente, hay quienes ven el uso de nuestro recurso hídrico como una abominación.
Mientras sufrimos las consecuencias de la energía cara, grupos autodenominados como ambientalistas , atacan proyectos hidroeléctricos y eólicos en Panamá, aduciendo que nos quedaremos sin agua cuando en realidad para proteger su negocio. Es primordial para las generadoras proteger las cuencas de los ríos que les proveen el agua.
Además, estos proyectos traen inversión, producen empleos y mejoran la calidad de vida de miles de panameños, mediante la producción de energía limpia y más barata.
El agua y viento en teoría no cuestan nada, y es mucho más eficiente para Panamá en comparación al búnker, por el que sí hay que pagar el Cargo por Variación de Combustible y que contamina mucho más. Solo en un año, una planta de generación termoeléctrica emite 600,000 toneladas de CO2 a la atmósfera.
El 50% de la energía producida en nuestro país se genera a través de combustibles; sujetos a los caprichos de una economía de libre oferta y demanda. Además estamos en tiempos de crisis y podemos esperar que el precio del crudo fluctúe todavía más, y no precisamente hacia una baja.
Si los ambientalistas se oponen a que usemos nuestros propios recursos para generar energía, díganme si voy a tener que poner a un monito de la selva del Darién a dar vueltas en una ruedita para mi computadora funcione, por que más que ambientalistas, suena como que si de verdad quisieran pagar por luz más cara y contaminante. [email protected]