Se ha mencionado que los vicios son la manera de muchas personas de canalizar su ansiedad y estrés. Sin embargo, cuando estos vicios toman control de nuestra vida, entonces son estas mismas conductas compulsivas las que tornan nuestra existencia en una cárcel.
Realmente resulta patético cómo muchos individuos se encuentran atados a algo que no les brinda ningún beneficio real, aparte de una momentánea sensación de falso bienestar.
Tomemos como ejemplo a los alcohólicos y a los fumadores.
La premisa misma de que una persona no puede disfrutar de una fiesta, una ida a la discoteca o una reunión familiar si no está alcoholizada, es absurda.
El disfrute del baile, la música y la compañía de nuestros seres queridos no guarda ninguna relación con la ingesta de alcohol. Sin embargo, algunos han desarrollado tal dependencia hacia el licor que ni siquiera pueden sentarse a ver televisión si no tienen un trago.
Hay que ponerse a observar a los fumadores para darse cuenta de que se comportan como esclavos encadenados psicológica y físicamente. La ansiedad por el cigarrillo los altera: si no fuman en varias horas, se tornan irascibles y malhumorados. Si la abstinencia dura más de 2 días, comienzan a temblar descontroladamente.
Lo peor es que a estas alturas todos sabemos que el cigarrillo es cancerígeno, y que las tabacaleras manipulan los contenidos de estos para volvelos más adictivos. �Qué persona en su sano juicio querría aventurarse a comenzar en tan pernicioso hábito?
Es más fácil evitar caer en los vicios, que salir de ellos una vez has caído. Es por eso que el mensaje es para las nuevas generaciones. La libertad es algo muy hermoso: si no queremos que otra gente nos controle, �por qué vamos a dejar que un objeto inanimado sí lo haga?
