Cuando se lo preguntan, Shaquille O'Neal dice que se siente sereno. Sólo eso.
O'Neal, la resonante adquisición del Heat de Miami para la próxima temporada de la NBA, trata de tomarse con filosofía el que haya sido descartado, según su punto de vista, por los Lakers de Los Angeles pese a que sigue siendo el jugador más temido de la liga.
"Estoy contento, pero no soy del tipo que rebosa alegría. Estoy en paz conmigo", dice O'Neal en los vestuarios del Heat. "Revisen los vídeos de los años en que gané campeonatos y se darán cuenta de que no hubo festejos desmesurados. En mi casa, sí. Tengo una bonita familia, un bebito recién nacido, dos mansiones... por supuesto que estoy feliz. Pero en el básquetbol no lo tomo de la misma forma".
En Miami se vive un entusiasmo contagioso, algo no visto desde hace cuatro años, cuando Alonzo Mourning, su baluarte de entonces, fue diagnosticado con un enfermedad renal tras los Juegos Olímpicos de Sydney 2004, lo cual descarriló su carrera.
Esta campaña, los Heat apuntan a un objetivo lejos y esperan que O'Neal lo lleve muy lejos.